jueves, 19 de enero de 2017

Disfrutar del camino

A mis hijos eso de leer no les motiva mucho. A mí, cuando era pequeño, tampoco me gustaba. Recuerdo a mi madre y mi hermana insistiéndome en que leyese un libro infantil titulado "El búho que tenía miedo a la oscuridad". Jamás lo hice. Luego, siendo mayor, he leído considerablemente más. Y he disfrutado y aún disfruto, qué duda cabe. No me voy a meter en la importancia del amor a la lectura, pero sí en la forma de inculcarlo.

En el colegio de mis hijos ponen nota por hacer "fichas de lectura". Cuando leen un libro, rellenan una ficha. Deben hacer mínimo tres cada trimestre. Además, insisten a los padres que los niños deben leer, por lo que implica de cara a sus habilidades lectoras. El caso es que esta mañana hemos hablado de algo relacionado en el trabajo: premiar por llegar al final del camino cuando la meta es el disfrute del camino.

Si premias a alguien por llegar a Santiago de Compostela, lo más probable es que coja un avión. Si quieres que camine y deseas fomentar que disfrute caminando, seguramente el premio está mal diseñado. No habría que premiar por llegar, sino por andar. Con la lectura pasa algo parecido. Si se premia por rellenar una ficha, al final lo que se logra es lo que suele hacer mi hijo mayor: lee rápido, se entera más o menos y se quita de encima una tarea de clase. Lo único que se hace es reafirmar su idea de que es un peñazo que hay que pasar. Un trámite incómodo. Me parece que sería mejor dedicar menos tiempo a enseñar gramática en primer ciclo de primaria y hacer un poco de debate entre los niños sobre lo que han leído y lo que les gusta. Que cada ávido lector, que siempre los hay en clase, transmita la ilusión a los demás. Que les haga preguntarse por qué ellos no tienen esas vivencias y les genere el deseo de zambullirse en ese mar de letras que es un libro.

lunes, 2 de enero de 2017

Un nuevo año

No me voy a alargar con este post. Sólo pretendo decir tres cosas: Primera, que escribir el año pasado unos objetivos y ponerlos en la pared, frente a mí, para tenerlos siempre presente, fue un total acierto. Creo que anima y te permite tener en todo momento claras tus prioridades.

Segundo, que no: no los he cumplido todos. Una pena. Concretamente, dos sí y dos casi. Y cuando digo casi es casi casi. Y si bien no me dejan muy contento esos dos incumplimientos, por mucho "casi" que haya de por medio, me siento satisfecho. El experimento ha sido fantástico y, simplemente, debo hacer un post-mortem del año, analizar los porqués y mejorar los objetivos de 2017.

Tercero, no he escrito aún los de 2017, pero tengo claro que uno de ellos tiene que ver con un avance claro y radical en mi vida profesional. Ya le daré forma, pero es mi absoluta prioridad de cambio este año.

Y nada más. Breve. Poco definido, lo sé. Pero ahí queda eso de momento. Empiezo 2017 con más dudas que 2016, aunque siento que tengo más motivos de tener esperanza que los que tenía al empezar 2016. Ya veremos.