viernes, 11 de noviembre de 2016

El legado

Hoy ha fallecido un profesor que tuve en 7º de EGB. A raíz de un funeral al que asistí hace relativamente poco, me puse a pensar en escribir sobre esto, pero me han faltado el tiempo y la inspiración. Hoy, movido por el recuerdo de este profesor, me pongo a pensar en lo que entonces quise escribir.

Vas al funeral por el abuelo de un amigo no por el difunto, sino por acompañar al amigo. Al difunto apenas le recuerdas, más que tal vez por un par de ocasiones, hace ya muchos años. Sin embargo, es curioso porque saludas a la madre de tu amigo, a su hermano y te sientas; y te pones a recordar; y te das cuenta de que su abuelo ha estado más presente que en ese par de ocasiones. Has escuchado hablar de él. Tu amigo le ha mencionado a menudo. Y recuerdas el orgullo al hacerlo, la admiración al referirse a él.

Y ese amigo tuyo, por el que sientes afecto y, dado todo lo que ha conseguido, en el fondo cierta admiración, ves que estaba muy ligado a su abuelo. En ese momento, sentado en la iglesia, te haces consciente de, en todos tus recuerdos, esa presencia incuestionable de su abuelo, si bien no en persona, sí en todo lo que ha transmitido a sus familiares. Mi amigo es heredero de todo lo que su abuelo le transmitió. Y ves que ha sido mucho, y que ha sido bueno.

Allí, sentado, escuchando a la madre de mi amigo hablar de su padre con emoción, sientes con una tremenda claridad la presencia de todo un legado. Sientes la potente influencia ejercida. Notas, como si pudieses casi tocarla, la virtud, manando de las palabras y extendiéndose por el recinto. No son las bonitas palabras que olvidan lo malo, fruto del momento: son las pronunciadas por el peso de una incuestionable y continua influencia. Y yo, en ese momento, no pude evitar emocionarme. No puedo evitar sentir que ya no estoy ahí sólo por mi amigo, sino porque el mundo se despide de alguien valioso, que ha dejado una clara huella en forma de sus acciones, pero también de su nieto, un amigo, y todo lo que él, a su vez, nos da a quienes le conocemos.

Cuando gente así desaparece, en parte te entristeces, porque se pierde algo bueno. Pero no cabe duda de que es cierta la afirmación de que nunca se van del todo, porque su legado queda aquí. E, indirectamente, ese hombre que se fue nos va dando cada día, cuando quedamos los amigos para vernos en el VIPS de turno o en la barbacoa que inicia el verano.

Gracias por estar ahí, en forma de su legado. Descansen todos esos buenos y grandes hombres en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario