martes, 28 de junio de 2016

Cómo se recuentan los votos

Acabo de leer un texto, de esos que se hacen virales, sobre los defectos del sistema de recuento de votos. Si bien el texto es estrictamente cierto, no lo son tanto las conclusiones del mismo.

Lo primero es que suele tocarme un poco las narices esa tendencia a concluir que, cuando todos podemos hacer trampas, realmente las hace sólo el otro. Dice el autor "ahora entenderéis mejor por qué gana las elecciones un partido corrupto". Y no, la verdad es que esto no lo explica. Fundamentalmente, porque no es el partido el que maneja la mesa ¿o es que por ser presidente de mesa resulta que eres del PP? Si estadísticamente la mayoría de la gente estuviese contra el PP, lo suyo es que esa mayoría de mesas tenga presidentes y vocales contrarios a ese partido. Esa gente, puestos a hacer trampas, lo suyo es que las haga contra el PP, no a favor. Es decir, su tesis favorecería a quien más votantes tiene, a lo sistema D'Hondt, y no al revés.

En segundo lugar, es cierto que el sistema es vulnerable por la ausencia de testigos. Pero esa ausencia se da en la práctica por desconocimiento y comodidad. En teoría, el escrutinio es público. Es decir, si no te fías de la gente que cuenta en una mesa, puedes ir y contar con ellos. Pero claro, a las nueve de la noche... Nadie va. Correcto. La gente tiene la capacidad de ir y revisar. Y toda esa gente de partidos que pulula por ahí, los apoderados, tiene teóricamente la labor de hacer eso mismo, revisando los conteos. Otra cosa es que quieran estar ahí para decorar y que al cierre de colegios se vaya a casita.

En tercer lugar, está la maravillosa conclusión fácil de "ahora entenderéis mejor por qué (...) no quieren hacer que el voto sea electrónico (sería mucho más barato, sí, pero demasiado fiable)". Pues no, señor mío. Las razones son, precisamente, de falta de fiabilidad. Un ordenador NO es fiable. Existe un vídeo muy bueno de Tom Scott, un británico experto en seguridad informática, sobre por qué el voto electrónico es una idea horrible. Por resumir, el voto electrónico está basado en algo invisible y difícil de comprobar, llamado software. Cuando votas, nada te garantiza que no se esté asociando tu voto a tu persona, lo que no debería ocurrir. Además, el software normalmente se testea con otro software, con lo que estamos en las mismas. Y, para colmo, hay que testear el hardware. Y créanme: si una marca de coches ha logrado engañar sistemas de test de emisiones durante años, lo mismo puede pasar con las elecciones. Con una diferencia: para cuando nos demos cuenta, un candidato puede haber salido elegido varias veces sin poder revertir el error. Las bases de datos se hackean: es una realidad. ¿De verdad creen que por guardar votos la base de datos se vuelve invulnerable? Da igual: se perderán los datos o se corromperán. Quien lea mi blog sabe que soy pro-tecnología. Pues lea lo que un programador a favor de la implantación de la tecnología en cualquier ámbito de la vida tiene que decirle de esto: El voto electrónico es MUY MALA IDEA.

Lo bueno de ese texto, que me parece estupendo que se escriba, no son sus conclusiones, fruto de la ignorancia y el puro sesgo ideológico. Lo bueno es que hará que la gente piense en ello. Si alguno tiene problemas con lo que pase con su voto, lo tiene fácil: la próxima vez, plántese a las ocho de la noche, al cierre del colegio, en la mesa en que votó y sea testigo del conteo. Sé que siempre pedimos lo mismo: un sistema maravilloso que funcione sin que nosotros tengamos que hacer nada. Pero eso no existe. Que el sistema funcione depende de nosotros y, además, debe ser así. Es bueno que sea así. A menor implicación, mayor probabilidad de corrupción, pero el problema empieza en nosotros.

Hala, las próximas elecciones, a ver si hay ganas de levantar el culo del sofá...

No hay comentarios:

Publicar un comentario