martes, 28 de junio de 2016

Cómo se recuentan los votos

Acabo de leer un texto, de esos que se hacen virales, sobre los defectos del sistema de recuento de votos. Si bien el texto es estrictamente cierto, no lo son tanto las conclusiones del mismo.

Lo primero es que suele tocarme un poco las narices esa tendencia a concluir que, cuando todos podemos hacer trampas, realmente las hace sólo el otro. Dice el autor "ahora entenderéis mejor por qué gana las elecciones un partido corrupto". Y no, la verdad es que esto no lo explica. Fundamentalmente, porque no es el partido el que maneja la mesa ¿o es que por ser presidente de mesa resulta que eres del PP? Si estadísticamente la mayoría de la gente estuviese contra el PP, lo suyo es que esa mayoría de mesas tenga presidentes y vocales contrarios a ese partido. Esa gente, puestos a hacer trampas, lo suyo es que las haga contra el PP, no a favor. Es decir, su tesis favorecería a quien más votantes tiene, a lo sistema D'Hondt, y no al revés.

En segundo lugar, es cierto que el sistema es vulnerable por la ausencia de testigos. Pero esa ausencia se da en la práctica por desconocimiento y comodidad. En teoría, el escrutinio es público. Es decir, si no te fías de la gente que cuenta en una mesa, puedes ir y contar con ellos. Pero claro, a las nueve de la noche... Nadie va. Correcto. La gente tiene la capacidad de ir y revisar. Y toda esa gente de partidos que pulula por ahí, los apoderados, tiene teóricamente la labor de hacer eso mismo, revisando los conteos. Otra cosa es que quieran estar ahí para decorar y que al cierre de colegios se vaya a casita.

En tercer lugar, está la maravillosa conclusión fácil de "ahora entenderéis mejor por qué (...) no quieren hacer que el voto sea electrónico (sería mucho más barato, sí, pero demasiado fiable)". Pues no, señor mío. Las razones son, precisamente, de falta de fiabilidad. Un ordenador NO es fiable. Existe un vídeo muy bueno de Tom Scott, un británico experto en seguridad informática, sobre por qué el voto electrónico es una idea horrible. Por resumir, el voto electrónico está basado en algo invisible y difícil de comprobar, llamado software. Cuando votas, nada te garantiza que no se esté asociando tu voto a tu persona, lo que no debería ocurrir. Además, el software normalmente se testea con otro software, con lo que estamos en las mismas. Y, para colmo, hay que testear el hardware. Y créanme: si una marca de coches ha logrado engañar sistemas de test de emisiones durante años, lo mismo puede pasar con las elecciones. Con una diferencia: para cuando nos demos cuenta, un candidato puede haber salido elegido varias veces sin poder revertir el error. Las bases de datos se hackean: es una realidad. ¿De verdad creen que por guardar votos la base de datos se vuelve invulnerable? Da igual: se perderán los datos o se corromperán. Quien lea mi blog sabe que soy pro-tecnología. Pues lea lo que un programador a favor de la implantación de la tecnología en cualquier ámbito de la vida tiene que decirle de esto: El voto electrónico es MUY MALA IDEA.

Lo bueno de ese texto, que me parece estupendo que se escriba, no son sus conclusiones, fruto de la ignorancia y el puro sesgo ideológico. Lo bueno es que hará que la gente piense en ello. Si alguno tiene problemas con lo que pase con su voto, lo tiene fácil: la próxima vez, plántese a las ocho de la noche, al cierre del colegio, en la mesa en que votó y sea testigo del conteo. Sé que siempre pedimos lo mismo: un sistema maravilloso que funcione sin que nosotros tengamos que hacer nada. Pero eso no existe. Que el sistema funcione depende de nosotros y, además, debe ser así. Es bueno que sea así. A menor implicación, mayor probabilidad de corrupción, pero el problema empieza en nosotros.

Hala, las próximas elecciones, a ver si hay ganas de levantar el culo del sofá...

viernes, 24 de junio de 2016

Replanteándose la educación más básica

Hace algún tiempo estuve revisando la historia del hombre: su evolución y su desarrollo tecnológico y cultural. Ha pasado mucho tiempo desde el primer homínido hasta hoy. En este tiempo, millones de años, nuestra fisionomía, cerebro, cultura y costumbres han evolucionado enormemente. Lo que me ha hecho pensar ha sido el hecho de que, según he leído, "un estudiante de hoy sabe más del mundo y el universo que cualquier gran mente de hace un par de siglos". Y es cierto. Hoy sabemos mucho pero, además, hay mucho que consideramos que es básico conocer.

Y de ahí este post, que no es de conclusiones, sino de preguntas. Muchas preguntas.

Y la primera es: si consideramos que la educación básica (primaria y secundaria, por poner), es tan extensa como para saber operaciones relativamente avanzadas, historia con cierto detalle, análisis sintáctico, fundamentos de física y química, capitales del mundo, nombres de ríos que no veremos en la vida... ¿Qué puñetas no es básico? ¿Quién establece lo que es básico? Supongo que expertos en el tema. Un matemático hará el programa de matemáticas, ¿no? Entonces, ¿hasta qué punto el matemático no cree "básico" algo que lo es en relación con el conocimiento completo de matemáticas, que es lo que él conoce? Yo considero básico en mi profesión algo que puede que quien no se dedique a la programación no vaya a usar en la vida. ¿Es eso realmente básico?

Y digo yo, ¿qué es "básico"?

Concibo la educación "básica" como aquella que nos proporciona conocimientos que debemos saber, porque hay una alta probabilidad de que vayamos a necesitarlos a lo largo de nuestra vida. Y, desde luego, algunos más conviene tenerlos aunque sólo sea para poder entender lo que otros hacen. El caso es que muchas veces leo a gente opinar sobre la educación en disciplinas concretas, como técnicas, y lo hacen en forma de "hay que promover la ingeniería entre los jóvenes". Entonces, ¿no estarán los expertos asesores cayendo un poco en "enseñemos más de lo nuestro para promover que los chicos lo conozcan y se metan en nuestra carrera"? ¿No habrá, además de un exceso de creencia de que nuestro campo de conocimiento es más importante que los demás, una tendencia a pensar que es bueno que los jóvenes sepan lo que hacemos y hagan lo mismo que nosotros? Algo parecido a los padres del s.XIX, que siempre querían que sus hijos hiciesen lo mismo que ellos.

Mi hijo mayor tiene ahora mismo la capacidad mental que permite a cualquiera hacer videojuegos. Le falta experiencia. Mucha. Pero capacidad mental tiene. A mí me cuesta enseñarle todas las semanas, porque el tiempo no me sobra. Una pena. Si mi hijo tuviese 100% claro que quiere programar juegos, ¿estaría justificado que su campo de estudio estuviese fundamentalmente orientado a eso? Problema: creo que hasta los 20 años ninguno lo tiene ni medianamente claro. Entonces, no enfocamos más el estudio hacia una disciplina u otra, ¿porque creemos que no tienen un cerebro lo suficientemente desarrollado, porque creemos que les faltan aún muchos conocimientos básicos o porque aún no saben lo que quieren?

Mi hijo de 10 años sabe de todo. Y, aunque nos parece que saben poco, porque nosotros sabemos más, la realidad es que, a poco que repasemos sus libros nos daremos cuenta de que mucho de lo que ahí aparece lo hemos olvidado o lo recordamos según lo leemos. ¿Eran cosas básicas? ¿Cuál sería la consecuencia de que no estudiasen todo eso? ¿Cuál sería la consecuencia de que nosotros no lo hubiésemos estudiado? ¿Pretendemos poner todo eso para que, sacando un 5, sepan lo realmente básico? ¿O es que en el s.XIX inventamos un sistema de enseñanza y, según aprendimos más, hemos ido añadiendo y añadiendo materia sin replantearnos que igual estamos dando por básico cosas que no lo son tanto?

Igual el tema es que creemos que nuestra disciplina es la más importante, cuando no lo es. Igual pensamos que, si un adolescente no sabe lo que para nuestro campo de especialización es básico, pese a que no lo sea para la vida, es un ignorante. Tal vez, sólo tal vez, el ser humano no está preparado para elegir su camino de manera fiable hasta los 20 y, hasta entonces, necesitamos tenerles ocupados porque tenemos que trabajar. Así que está bien que aprovechen y aprendan lo básico, lo que no es tan básico y lo que nos gustaría saber a nosotros, ya de paso. Puede que no queramos que hagan lo primero que se les ocurre por miedo a que luego cambien.

En definitiva, y ya sé que dije que no sacaría conclusiones, lo que tengo claro es que hasta lo más dado por seguro es hoy replanteable en educación porque, a poco que lo pensemos, es un sistema de 200 años, y en estos dos siglos ha cambiado todo tanto que algo de diseño tan antiguo ya no puede funcionar. Ni de guasa. No los programas o asignaturas, no: lo básico y fundamental.

Igual habría que reducir la jornada de estudio puro de los chavales, reducir "lo básico", y hacerles explorar más. Igual habría que ir concentrándose más en estudiar a cada niño y lo que le atrae y motiva, para guiarle pronto a algo que realmente le guste, que a revisar si sabe o no sabe cosas que luego olvidará para siempre. Igual el sistema debería ser más flexible y estar más enfocado a estudios para adultos trabajadores, para permitir que sea fácil cambiar, por si nos equivocamos; por si la tecnología avanza y necesitamos aprender más. Igual hay que enseñar lo "realmente básico" los tres o cuatro primeros años de infantil, aumentando las horas de juego para, luego, olvidarse de generalidades y empezar a orientarles a estudios más avanzados de disciplinas que se enmarquen en lo que van a ser de mayores, porque sabemos qué es lo que le gusta, permitiendo con ello una mayor especialización durante más tiempo.

Suelo pensar que lo que hay es por algo y, normalmente, es fruto de una evolución que tiene sentido. Pero hay ocasiones también en que replantearse lo más fundamental viene bien y lleva a revoluciones extraordinarias: puntos de inflexión en la historia. Me pregunto, para terminar, cuál de las dos opciones es la que debería aplicarse a la educación tal como la conocemos.

lunes, 20 de junio de 2016

El mal menor

Como suele ser mi costumbre los lunes, acabo de ver el último vídeo de Last Week Tonight, el programa del mordaz John Olivier. Esta vez, ha tratado el tema del famoso Brexit. Como buen británico, a Olivier le interesa el tema y, como él mismo indica, a todos debería importarles, incluso al otro lado del charco, porque las implicaciones económicas de una hipotética salida de Reino Unido de la Unión Europea son grandes.

En cualquier caso, la pregunta que surge viendo el programa es "¿qué es peor?". No parece haber solución perfecta, ni siquiera buena. La Unión Europea es un ente extremadamente burocrático, complejo y engorroso. Da la sensación de ser un aparato gigantesco con terribles problemas de diseño. Sin embargo, salir de la UE puede ser peor que estar en ella, por mucho que nos guste poner sus instituciones a caldo. Y digo "nos guste", porque los británicos deben de creer que son los únicos a quienes la Unión no les gusta, pero personalmente me siento muy alineado con sus críticas.

La Unión Europea se construyó con ilusión, como quienes hacen una casa común, cada cuál poniendo lo que le da la gana y como le da la gana. Pero a quién le importa que Fulanito ponga esto así o asá: la ilusión del proyecto es mayor y no vamos a discutir por eso. Años después, todos miramos la casa, mal hecha y fea de narices, con la ilusión ya pasada, y nos damos cuenta de que es un horror, pero tenerla es mejor que vivir a la intemperie.

El caso es que pensando en ello, esto me recuerda a las elecciones en España. La gente vota a Podemos porque por mucho que critiquen sus ideas, votar lo de siempre no funciona. Y la gente vota al PP porque, aunque no soportan a Rajoy, que salga Podemos es peor. ¿Soy yo, o esta época que vivimos bien podría llamarse "la década de la búsqueda del mal menor"?

Creo haberlo comentado en posts anteriores. Cuando ya ninguna solución es satisfactoria, es hora de echar marcha atrás y revisar las bases y fundamentos que damos por seguros para buscar soluciones nuevas. Es hora de innovar, de crear modelos de estado nuevos, donde mantengamos lo bueno y corrijamos lo malo con fórmulas novedosas. Es hora de replantearse la relación entre los estados de la UE y sus bases para crear una estructura más eficaz manteniendo la unidad. Es hora de innovar, pero por mucho partido nuevo que veo, sigo escuchando fórmulas antiguas.

Es inevitable: la Historia así nos lo enseña. Alguien innovará y liderará el nuevo siglo que ya ha comenzado. No sé quién, pero alguien lo hará. El problema es que, cuanto más tarde en llegar, peor y más violento será el cambio. Siempre ocurre igual. Y siempre ocurrirá.

Es la época que nos ha tocado vivir.

miércoles, 15 de junio de 2016

Clases sociales

Hace unos meses, acudí con mi hermana a una universidad, tipo escuela de negocios privada, de ésas cuyo nombre son siglas llenas de ies, es, enes y algunas eses de vez en cuándo: ESINE, IESE, INASE, EINES, TROLOLO... Igual da el nombre que tuviese. Era el día de puertas abiertas, y durante dos horas y media bombardearon a los padres con argumentos por los que estudiar en su universidad es bueno para sus hijos. Razones no les faltan: Pocos alumnos por aula, años de experiencia, un alto porcentaje de doctores, profesores que están en grandes empresas privadas, muchas charlas de emprendedores y gente experta, bolsa de trabajo con menos de un 7% de paro al terminar, fondo de inversores para crear negocios, fomento del emprendimiento, 18º mejor MBA de Europa... La pera, vamos.

A mi lado teníamos a una señora repuesta con su niño de pinta más que pija, cuyo padre llegó al rato muy trajeado y con el móvil en la oreja. El mismo móvil que le hizo salir y entrar tres o cuatro veces de la sala no sin antes molestarme para dejarle pasar. Y así era todo el mundo. Estaba en mundo-pijo, para entendernos. Me resulta chocante la idea de pensar en mi sobrino estudiando ahí, porque de pijo no tiene un pelo, pero la experiencia puede ser formidable.

Conduje de nuevo hacia casa pensando y, por la noche, examiné tranquilamente en el sofá toda la documentación que me habían entregado. Y me pregunté: "¿qué probabilidad tiene un chaval de algún barrio de clase media o media-baja, de estudiar en un centro como ése?" Mis conclusiones fueron terribles.

Para estudiar allí hay que tener dinero o ir becado. Una de dos. Si eres de clase social media-baja no tienes la pasta, así que necesitas ir becado. Visité la web de esa universidad para ver si disponen de becas. Y sí: así es. Una para discapacitados y otra para personas que necesiten ayuda financiera. ¡Aleluya! Tienen becas de... ¿un 15%? ¡¿de un 15%?! ¡Un 15%! ¿En serio? Si la carrera me cuesta 6000 euros al año, ¿de verdad creen que 900 marcan una gran diferencia? Sin duda, no es solución para gente sin muchos recursos. Por último, tenían un enlace a la web del Ministerio. Si no me he informado mal, estas últimas son de 1500€ máximo. Están pensadas, como es de esperar, para acceder a estudios baratos. ¿Públicos?

Luego está el problema del desplazamiento. Colegios hay en todas partes. Universidades no. Así que para encontrar un buen colegio igual tienes que moverte un poco, pero para encontrar una universidad privada te tienes que ir a zonas de alto nivel económico. O sea, lejos de las clases medias y bajas. Ir todos los días a una escuela de negocios que está en el quinto pino es un obstáculo que, al final, tienen de manera especial los de siempre.

El problema no es sencillo, pero creo que todos tenemos claro que requiere, para empezar, de tres cosas: cambios legislativos, estabilidad legislativa y financiación. Sin eso, que no tiene pinta de tenerse a estas alturas, no hay tu tía. Ni en educación superior ni en la básica. Una vez conseguido eso, hay modelos en el extranjero que son enteramente públicos y otros enteramente privados. No creo en esa discusión tonta y antigua sobre si todo tiene que ser así o asá. Lo de la "educación pública de calidad" es precioso, pero nada fácil de lograr. Yo creo en la libertad y en que ambos modelos pueden coexistir. Pero, se haga como se haga, debo decir que no es en el chico de barrio pudiente en quien hay que pensar: sus padres tienen recursos para darle lo que necesite, ya sea aquí o más allá de nuestras fronteras. Es en el del barrio humilde. El problema de esos chicos es el que hay que arreglar.

Ahí es donde se forja la igualdad, más allá de la sanidad, la defensa, la economía e, incluso, los derechos civiles. Es en la educación de quienes tienen menos. Porque, lograda ésta, esos jóvenes convertidos en adultos tendrán la oportunidad y las herramientas para forjar una sociedad mejor.

lunes, 13 de junio de 2016

La responsabilidad de publicar

Solemos quejarnos de la forma en que el periodismo ha ido perdiendo credibilidad, publicando sin informarse lo suficiente. Llega el becario de turno, pensamos, y mete una noticia que no está corroborada. Y pensamos en cómo puede ocurrir tal cosa. Son medios profesionales, de gran experiencia, y cometen ese tipo de errores. Y pensamos que uno ya no se puede fiar ni de los periódicos.

Un día, nos llega un correo sobre los números en la base de un tetra brick y lo reenviamos. Y recibimos otro sobre la chirimoya y su capacidad para curar el cáncer y lo pasamos a nuestros amigos porque hay que ver qué malas son las corporaciones. Y luego resulta que en el municipio hay una banda que secuestra niños en las salidas de los colegios, usando una furgoneta verde, negra, blanca o vete tú a saber. Y la policía, el ayuntamiento y el colegio tienen que andar desmintiendo chorradas. Y así, uno tras otro, te van mandando mensajes que no son reales, comúnmente denominados "hoax". Llegan al correo e, incluso, al grupo de Whatsapp que hay para los padres de la clase que, digo yo, no está para para eso. Claro, que casi nadie lo usa para lo que es. Y va la gente y los reenvía. Con dos narices.

Uno debe tener claro que, si publica algo, ya sea reenviándolo, colgándolo en su muro de Facebook, twiteándolo o poniéndolo en el grupo de Whatsapp de turno, se hace responsable de eso que publica. Da igual que no lo haya escrito: su difusión es su responsabilidad. Hay mil formas de asegurarse de que un hoax lo es. Y otras mil de asegurarse de la veracidad del mensaje. No podemos decir "pues lo reenvío" con la tranquilidad de que el otro verá si lo cree o no.

Internet es maravilloso. No permite llegar potencialmente a millones de personas sin necesidad de ser una gran empresa o disponer de presupuestos multimillonarios. Es un gran poder y, como todo gran poder, conlleva una gran responsabilidad.

Así que, por favor, sean responsables.

lunes, 6 de junio de 2016

Contraseñas, esa falsa seguridad

En mis ratos libres, suelo hacer alguna cosilla de web para otros. Amigos, colegas... Les echo una mano en sus proyectos web y, a cambio, implemento lo último que he aprendido y practico. Así que trasteo en sus sitios y, a menudo, me sorprendo de la carencia de seguridad en las webs y, al poder ver las contraseñas en la base de datos, ahí, abiertas, como si tal cosa (lo que no debería poderse hacer), me maravillo de la facilidad que tiene la gente para poner contraseñas tontas.

Hoy he leído que la contraseña más insegura de 2015 fue "123456". Me lo creo. Sí, sí: me lo creo. Por suerte, ya hay sitios que no permiten ese tipo de contraseñas. Pero los hay que sí y, entonces, la gente va y te planta un "123456". Alucinante.

Pero el problema que hay no es sólo la debilidad de las contraseñas, sino que se usa siempre la misma para todos los servicios habidos y por haber. Es alucinante. La mayor parte de la gente se aprende una contraseña y la usa para todo. Y, además, usa para todo la misma contraseña durante años. Y claro, como esa gente suele ser la misma que no tiene ni papa de cómo funciona Internet, de los que reenvían correos en cadena, los abren vengan de quien vengan, miran los adjuntos aunque el mail no tenga asunto, se instalan cualquier cosa, navegan por cualquier sitio y meten su tarjeta en cualquier lugar, pues pasa lo que pasa: que su contraseña para todo acaba en tropecientos sitios inseguros que guardan las contraseñas en texto plano. Ahí, con dos narices. Entonces alguien roba la contraseña y no tiene acceso a la cuenta de esa persona en ese sitio web, no: la tiene en todos los sitios web, incluso seguros, porque la personita usa la misma contraseña en todas partes. Ole que ole. Y luego Internet no es seguro.

El problema que tiene la gente es memorizar, así que vamos a dar algunas ideas para generar contraseñas más seguras. No infalibles, pero sí bastante más seguras de lo que la gente suele usar.

Un método pasable, aunque mejorable: El sistema del número de teléfono

El truco consiste en poner como contraseña un número de teléfono, cambiando algunos números por la inicial de la cifra, ya sea en mayúscula o minúscula. Por ejemplo: Si sabemos de un número que es 616 785 644, podríamos poner los tres primeros números, los tres siguientes mayúsculas y los tres últimos minúscula. Así: "616SOCscc". "SOC" proviene de las iniciales de "Siete Ocho Cinco", y el "scc" final, procede de las iniciales de "seis cuatro cuatro".

Esta contraseña tiene varias debilidades. La primera es que no se debería usar el propio número, porque entonces si lo consiguen por ahí probarán con este método. Use otro que conozca y no sea suyo. La segunda es que un patrón por tríos (tres números, luego tres iniciales mayúsculas, luego tres minúsculas), ya sea en el orden del ejemplo o en otro, es muy sencillo. Cámbielo e, incluso, hágalo más complejo.

Otra mejora es quitar un número, haciendo la contraseña de 8 caracteres, o añadiendo alguno. Se puede, incluso, quitar el primero (que suele ser siempre 6) y cambiarlo por un carácter especial, como admiración, interrogante o almohadilla. Ejemplo: #1S7OcSCc

En cualquier caso, es considerablemente mejor que "123456".

Un método mejor, si sabe buscar: El sistema de las frases

Coja una frase o fragmento de texto que pueda memorizar bien. Puede ser famosa o no. De hecho, mejor que no. Y haga lo siguiente:

  1. Vaya tomando las iniciales de las palabras y escribiéndolas.
  2. De alguna manera fácil de memorizar, ponga algunas en mayúscula, ya sea por inicio de frase o por otra cosa.
  3. Si hay algún número, póngalo como número.
  4. Si no hay número alguno, añada uno al principio o al final, a ser posible de un mínimo de dos cifras.
  5. Añada un signo de admiración o interrogación en algún lugar, si el sistema le permite ese tipo de caracteres.
Con eso, la contraseña será considerablemente segura. Veamos un par de ejemplos:

Cojamos los dos últimos versos del poema "Invictus", en español: "Soy el amo de mi destino: Soy el capitán de mi alma".

  1. Iniciales: "seadmdsecdma"
  2. Inicios de frase en mayúsculas: "SeadmdSecdma".
  3. No hay números, así que ponemos uno que podamos recordar, como el año de nacimiento de su autor (nos acabaremos acordando y, si no, sabemos cómo encontrarlo): "SeadmdSecdma49"
  4. Como carácter especial, voy a elegir una admiración en vez de los dos puntos: "Seadmd!Secdma49"
No hay narices de adivinar esa contraseña de buenas a primeras. Que sí: si se ponen la pillarán, pero les costará. Mucho. Y en un par de veces la hemos memorizado. Se pueden usar frases que tengan cifras, como el inicio de la "Canción del Pirata" de Espronceda ("Con diez cañones por banda...") o el inicio de los "Diez Negritos" de Agatha Christie ("Diez negritos se fueron a cenar...").

¿Pero todo esto es realmente seguro?

Pues hombre... Depende de cómo guarde su contraseña (su cabecita es su mejor aliada). Pero, para hacernos una idea, he cogido un par de sitios web que se supone que te dicen lo fuerte que es tu contraseña calculando, grosso modo, el tiempo que tardaría un ordenador en averiguarla por fuerza bruta. Veamos los resultados:

  • 123456: Instantáneo. Menos de un segundo.
  • 616SOCscc: Fuerte. Entre 2 y 4 días.
  • #1S7OcSCc: Muy fuerte. Entre 1 y 3 meses.
  • Seadmd!Secdma49: Entre 150 y 16 mil millones de años.

Pero, aún con todo, recuerden que la contraseña será tanto más segura cuanto más cuidado tengan con ella. Prueben, de momento, alguna frase fácil o lo del número de teléfono. Y, año tras año, según les dé, vayan mejorándola e implementando la última versión siempre en los sitios más seguros. Nunca usen en sitios de dudosa seguridad contraseñas que utilizan en lugares con datos personales, como Google o Facebook. Por último, un buen antivirus que impida ataques a su PC o Mac y un conocimiento mínimo de qué adjuntos no hay que abrir NUNCA.

Igual que en el mundo real dónde está su cartera depende sobre todo de usted, en Internet también depende de usted dónde acaba su contraseña.

viernes, 3 de junio de 2016

El sistema democrático que me gustaría tener

El post anterior fue sobre los "juguetes" de ciencia y tecnología que me gustaría tener. Dentro de los deseos, hoy me muevo a otro terreno bien distinto: el sistema democrático que me gustaría tener en España.

Presidencialismo

La desventaja de los sistemas presidencialistas es que pueden no tener el apoyo del legislativo (las cámaras). Pero el sistema parlamentario para mí es peor: puede dejarte en la situación actual, con un gobierno eternamente en funciones y sin elegir nuevo gobierno en la torta de tiempo. Así que haría elecciones donde se elija por un lado el legislativo y por otro el ejecutivo.

Doble vuelta

Para mejorar las cosas y evitar los efectos típicos de "no quiero que este tío gobierne", las elecciones al ejecutivo las haría a doble vuelta. Así, todos votamos y, quienes hayan elegido a un candidato minoritario (que no pasará a segunda vuelta), puede elegir una segunda opción.

Dado que la doble vuelta tiene cierto coste, porque en el fondo son dos elecciones, una alternativa sería que en la hoja la gente pueda escoger un primer y un segundo candidato. De esta manera, se van eliminando los minoritarios y sus votos se pasan a la segunda opción de cada votante. Es más engorroso en cuanto mecánica, pero más barato. De momento, propondría doble vuelta.

Unicameralidad

Yo soy de los que piensan que es necesaria una representación territorial en un país tan diverso como el nuestro, aparte de la representación proporcional. Pero también creo que mejor que tener dos cámaras sería tener una sola cámara de mayor tamaño. Si sumamos los 350 diputados y los 266 senadores que hay en España, en total tenemos más de 616 escaños. En el Congreso, para que se hagan una idea, cada diputado representa una media de unos 130.000 residentes. Eso es la torta. Con esos 616 asientos, la media se quedaría en, aproximadamente, 75.000. ¡Es toda una mejora!

¿Y qué pasa con la representación territorial? Pues cuando una votación sea territorial, se cogen los votos de los diputados que corresponderían a un escaño del actual Senado y se unifican en un solo voto. O sea, que votando una vez, se sabe qué resultado se tendría en la cámara baja y cuál en la alta. Menos votaciones significa menos tiempo y procesos más rápidos y eficientes.

Aumento de escaños

Pero vamos más allá. Si los chinos pueden tener casi 3000 asientos, no veo por qué no podemos nosotros tener un tercio de ellos: 1000. No es tanto, si lo piensan. Una cámara de 1000 asientos no es tan grande. Y, encima, se unificarían ciertos gastos derivados del funcionamiento de los edificios: grabaciones, encargados de sistemas informáticos, seguridad, bedeles... Sí, sería un edificio el doble de grande que el Senado (o no, no crean: el salón de plenos no es precisamente lo que más ocupa en el edificio), pero por el mero hecho de ser una única construcción se ahorraría mucho. Y, lo mejor: la representación sería mucho más detallada. Cada congresista representaría a 46.000 personas, lo que está bastante bien. Ahora mismo, Ceuta tiene un representante, y con ello obtiene mayor representación de lo que debería. Con 1000 escaños obtendría 2 (¡un gran nivel de detalle!), con un error representativo muy inferior: de un error de 50.000 habitantes por escaño a sólo 5000. Flipen, amigos.

Sin listas

En la papeleta para el legislativo, los nombres de los candidatos de la circunscripción. Nada más. Si eso, como ayuda, se puede poner el partido al que pertenece. Sin límite de candidatos: por un partido podrían presentarse varios. A su bola. Si el partido quiere limitarlos, es cosa suya.

Claro que, imaginemos que se presentan tres candidatos del partido "A", y la mayor parte de la gente quiere que gobierne alguien con ideas de "A". ¿Cómo hacer para que el reparto de voto a candidatos "A" no perjudique al partido y, con ello, a los votantes? Pues pudiendo marcar varios. Si yo marco los tres candidatos del partido "A", lo que quiero decir es "quiero que gobierne el que más votos únicos saque de estos tres". Y todos contentos. Se mira el número de votos únicos que saca cada candidato y de ahí se van asignando votos de grupos, según los más votados.

De esta forma, adiós primarias y cosas así: que los votantes escojan, directamente, lo que quieren. ¿No sabe el partido a cuál de tres candidatos poner como cabeza de lista? Pues puede poner los tres. Mejor: así el partido sale ganando, aglomerando votos, y los ciudadanos tienen mayor capacidad de elección, sin intervencionismos oligárquicos internos.

Lo bueno de unir esto y la cámara única de 1000 representantes es que hacer campaña para 46.000 ciudadanos es bastante más sencillo que hacerla para 130.000 que hay ahora de media por diputado. De hecho, si lo hace bien, una persona con presupuesto limitado podría presentarse y hacer un buen papel sin necesidad de un partido respaldándole.

Conclusiones

Quitar el poder a los partidos y dárselo a los políticos de a pie es crucial si queremos mejorar el sistema. Además, hacer que la gente pueda elegir a personas que, desde sus escaños, les representen de manera más cercana, es importantísimo. Que eso ocurra es lo que realmente diferencia un sistema mediocre como el actual de un buen sistema electoral y representativo.

A partir de aquí, las cosas pueden mejorar aún más. Pero la base es tener un ejecutivo independiente, un legislativo realmente representativo, y un sistema más ágil y dinámico. Luego ya... Innovamos más. Pero este paso es crítico si queremos tener un país de primera.

miércoles, 1 de junio de 2016

Los "juguetitos" que me encantaría tener

Uno navega por Internet y se encuentra todos esos cacharritos que molaría tener. Sobre todo, esos que usaría en mil aplicaciones y cosas, no digamos con los niños. No hablo de juguetes o juegos propiamente dicho: ni consolas ni juegos de tablero ni nada de eso. No. Cacharros de orientación científica y tecnológica, especialmente.

Microscopio

Ah, el microscopio. Cuántas horas empleadas en él. Yo tengo un microscopio, ya antiguo, sin luz propia, sino un espejo para reflejar una fuente lumínica externa. Sus aumentos, escasos, y eso es lo que, con el tiempo, me hizo dejarlo abandonado en alguna estantería. Por ahí anda. Lo saqué hace unos meses y no mereció la pena. Y la razón es, precisamente, que sirve de poco cuando no tiene aumentos suficientes.

La gracia del microscopio, para mí, está en los microorganismos, en las células. Muestras vivas que requieren 2000 aumentos y tinciones. Ahí es donde está la gracia. Así que he ahí mi primer "juguete": microscopio binocular de 2000 aumentos y tinciones varias.

Little Bits

¡La electrónica! Esa disciplina que se me escapó durante años. Compré libros y todo, pero fui incapaz de dedicarle el tiempo necesario y , finalmente, la dejé por imposible hasta nueva orden. Pero entonces encontré LittleBits. Y moooooooooola... Fácil de usar, este sistema modular de electrónica te permite hacer la torta de juguetes electrónicos sin tener ni papa de electrónica, lo que tiene narices. ¿Y la de horas que me puedo pasar con mis niños jugueteando con el kit de gadgets?

Arduino / Genuino

Si llevamos la electrónica a otro nivel, por otra parte más complejo, molaría tener una placa Arduino con componentes a cholón. Por ejemplo, el megakit de iniciación. Qué guay. Se me hace la boca agua. La de proyectos que se pueden hacer con eso.

LEGO Mindstorms

Y ya puestos, de electrónica ¡a robótica! MOOOOOOOOOOOOOOOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. Sí, ya sé que hay otros sistemas, pero no molan tanto. ¡LEGO Midstorms EV3!

La de cosas que haríamos mis niños y yo con eso, madre mía... La de cosas que haríamos gastándonos ¡400€! La madre que @#%/!

Snatoms

Construir modelos moleculares. Está genial para juguetear y enseñar a tus hijos. Casi imprescindible en cualquier clase de química. Hace tiempo traté de hacer un kit con ese mismo principio, pero fue un proceso complejo para muy pocos átomos.

¡Pero ahora tenemos Snatoms! Un kit completo de química, especialmente orgánica (trae, sobre todo, carbono, hidrógeno y oxígeno).

Telescopio

No podía faltar un buen telescopio, de los que permiten ver Saturno sin sentir los efectos de una excesiva aberración. Bueno, va: me conformo con uno más normalito, aunque si ahorro lo suficiente molaría el capricho de algo más avanzado. Ah, las noches de campo bajo las estrellas, buscando objetos y fotografiando las lunas galileanas...

Impresora 3D

No podía faltar, claro. Pero por lo que he oído las baratas son difíciles de calibrar y generan muchos errores y repeticiones, con el consiguiente coste de filamento. Así que, puestos a pedir, una ZPrinter polícroma, como la 250. No digamos la 850, jejeje.

¿Os imagináis lo que se puede hacer con Arduino y una impresora 3D? ¿O con LEGO Mindstorms y la impresora 3D? Bueno, buenoooooooo... ¡Entretenimiento a raudales! ¡Me pondría a diseñar robots para mi huerta y limpieza a lo bestia! Robots que rieguen, que limpien, barran, reconozcan el mapa de la casa... ¡Mi casa iba a parecer un laboratorio futurista!


Lo vamos a dejar aquí, porque se me hace la boca agua, jolines...