miércoles, 18 de mayo de 2016

La revolución agraria que viene

En la historia ha habido varias revoluciones agrarias. la primera fue la del neolítico, en que se extendió el uso de la agricultura, produciendo un cambio en la forma de vida de los humanos: pasamos a ser sedentarios. Después rotación de cultivos y mejoras en los sistemas de irrigación generaron otra revolución en la Edad media. Finalmente, entre los siglos XIX y XX se realizaron mejoras en la fertilización de los campos, la gestión de los mismos (mediante la extensión del uso del cercado) y la selección de semillas y ejemplares ganaderos.

Hoy, el campo vive un momento difícil. Los sistemas de producción son complejos, y exigen un uso, para muchos excesivo, de insecticidas, fertilizantes y herbicidas. El problema es que también queremos precios bajos, y eso implica aumentar la producción, pero no queda otra que hacerlo mediante el uso de todos los productos que he citado antes.

En un tiempo en que la gente habla de los drones como herramienta para el campo, lo que sorprende es que todo el mundo, desde los agricultores a los ciudadanos de a pie, pasando por las propias empresas que se dedican a asesorar del tema a los agricultores, piensan en drones voladores. Pero no: no está ahí la gran revolución.

Un dron no es más que un instrumento capaz de navegar solo, ya sea por tierra, mar o aire. Suele usarse el término para los aéreos porque la primera vez que se habló de ellos fue durante las guerras libradas por Estados Unidos en Asia. Los famosos drones aéreos, capaces de volar solos hasta las líneas enemigas y reconocer el terreno, tirotear o bombardear.

Pero, en el fondo, estos robots (que es lo que son, al fin y al cabo, robots capaces de moverse solos y de gestionar su navegación) son sólo uno de los tipos de drones que hay. Los hay marítimos, como la plataforma de SpaceX que recoge los cohetes Falcon al volver a la superficie; y terrestres, cómo no.

El dron terrestre tiene innumerables utilidades para el agricultor. Los robots terrestres pueden llevar a cabo análisis del suelo y controlar la cantidad de fertilizante necesaria para cada zona en producción. Pueden aplicar fertilizantes, arrancar hierbas que identifique como perjudiciales sin uso de herbicidas o aplicarlos sólo donde sea necesario, reduciendo su uso y reduciendo costes. Pueden contar la fruta, controlar su estado de maduración, incluso recolectar sólo las que están en su mejor momento y dejar el resto para más adelante, recorriendo la huerta todos los días y llevando a cabo siempre una recogida óptima. Tras una siembra extensiva, de pastos por ejemplo, un dron permitiría identificar lugares donde hay hormigueros para evitar que se extiendan, generando alarmas que recibe el agricultor o, directamente, eliminando la amenaza de forma rápida, eficaz y barata.

Esa revolución está cerca. El profesor Salah Sukkarieh, de la Universidad de Sydney, es Director de Investigación e Innovación en el Centro Australiano para la Robótica Agrícola. Bajo su dirección se han desarrollado robots que llevan a cabo algunas de estas tareas. Y muchos más están por llegar.

Una alimentación barata, de calidad y eficiente es posible, como siempre, invirtiendo en innovación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario