viernes, 4 de marzo de 2016

El activismo impertinente

Acabo de leer un post muy interesante de Jorge Matías titulado "No molestes". Me parece interesante, porque leer el razonamiento de alguien con quien no se está de acuerdo siempre es más interesante que el de alguien con quien coincides. Y no: no estoy en absoluto de acuerdo con el citado autor. Según él, "[Rita Maestre] pidió perdón al Arzobispo por [asaltar una capilla católica], convirtiendo así a activistas como Rosa Parks en señoras terriblemente maleducadas".

Parece que plantarse desnudo en un lugar por el que muchos sienten especial respeto es lo mismo que sentarse en un autobús reivindicando el derecho de la igualdad de trato. Rosa Parks no necesitó molestar a quienes no debía. No se plantó en casa del conductor del autobús, que igual creía en la igualdad, ni necesitó soltar propaganda anti-nada que ofendiese a nadie externo al problema de la segregación racial en Estados Unidos. Ella simplemente dijo "no" a levantarse de un asiento al que tenía derecho. Los ofendidos por ese simple acto sólo podían ser aquellos que querían mantener esa injusticia. Por eso su acto fue extraordinario. Por eso ella no fue una maleducada, por mucho que Rita Maestre haya pedido perdón. Dista un abismo entre ambos actos: el abismo del respeto a quienes no piensan como tú y no te están ofendiendo.

El católico tiene derecho a serlo y que se le respete. Y el laicismo tiene derecho a criticar la presencia de esa capilla. Yo no te ofendo por ser católico y, si lo hago es porque está en ti la ofensa: no hago nada malo contra ti, ni mermo tus derechos, ni te agredo. Simplemente, creo en algo en lo que tú no crees. Si eso es para ti una ofensa, tienes un problema, amigo. Si tú asaltas el rectorado al grito de "¡quiten esa capilla!", realmente no ofendes a nadie que no pinte algo en este asunto. Si asaltas en pelotas lo que para muchos es un lugar sagrado, sí. Y ofendes al creyente por ser creyente, cuando el creyente y sus creencias no te han hecho nada. Y el cura de la capilla tampoco. El rector igual sí (insisto en que no me he informado a fondo sobre el tema): mantiene esa capilla cuando igual no debería. ¿Por qué narices tienes que ofender a los creyentes que no te hacen nada, en vez de ofender a quien te hace el mal directo, esto es, la institución que permite que esa capilla esté ahí?

Combatir ciertos privilegios eclesiales, que los hay, no debe confundirse con combatir la fe. No necesitas ofender mi fe para luchar contra los privilegios de ciertas instituciones religiosas. Montar una huelga para reivindicar derechos ofende a quienes hacen mal las cosas, explotando a sus obreros y sólo a ellos. Sentarse en un sitio para blancos ofende a los que apoyan leyes segregacionistas y sólo a ellos. Plantarse en una capilla en pelotas no sólo ofende a los responsables de la presencia de la misma en la universidad: también a mucha más gente, que igual hasta está de acuerdo con la reivindicación, pero que no te ha hecho nada para que les trates así.

Así que no se trata de ser políticamente correcto: no nos equivoquemos. Se trata de ser correcto con quienes no te han hecho nada. Es lo mínimo. Se llama respeto. Por eso, cuando se dice que, para reivindicar algo "creo que nos podemos saltar ciertas vallas", me temo que no puedo estar más en desacuerdo. Como mucho, te puedes saltar vallas legales que son las que quieres derribar, pero sin ofender a quien no lo merece. Porque, de saltarte más vallas, llegamos a un problema: ¿quién decide qué vallas podemos saltarnos? ¿Tú?

Frank Zappa fue molesto para quienes quisieron imponer cierta censura, y hoy podría hacerlo igual que entonces: no necesitó plantarse en casa de Al Gore en pelotas, afectando tal vez a sus hijos, que no habían hecho nada. Los Monty Pithon podrían estrenar su película exactamente igual, del mismo modo que muchos otros estrenan películas que ofenden a espíritus extra-sensibles, y no pasa nada. Y Holbach podría perfectamente publicar a su libre voluntad, que ni se mete ni ofende a nadie: sólo expresa una opinión, perfectamente respetable, sin insultar, sin llamar a asaltar conventos ni necesitar desnudarse en una iglesia para hacer publicidad de su obra. Opinar no debe ofender, salvo que al opinar agredas la integridad física, las ideas o emociones de los demás de manera innecesaria, máxime si no te han hecho nada. No es lo mismo opinar que Dios no existe que cagarse en las madres de todos los católicos, ¿verdad? Lo primero es opinar, lo segundo es ofender gratuita e innecesariamente.

Y esa diferencia es grande. Se pueden hacer muchas cosas, más allá de las buenas palabras, para reivindicar. Si quieres protestar por la presencia de esa capilla, pon una capilla del pastafarismo al lado y exige al rectorado que te dejen. Serás original, llamarás más la atención y a lo mejor, así sí, podrás comparar tus educados, simples e impactantes actos con el de Rosa Parks.

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