miércoles, 3 de febrero de 2016

Retomando el blog

Buf, vaya mes. Llevo todo enero sin escribir, prácticamente. Sólo un post. Tela. Ahora me apetece escribir algo, aunque no porque tenga algo que decir en concreto, que sería lo suyo, sino porque me apetece escribir. Me apetece alimentar el blog. Ignoro si eso es bueno o malo, pero es lo que hay.

En mi trabajo hay gente variopinta. Como en todos. Hace un par de años era común que todos nos plantásemos a primera hora en la cocina para tomar un café y charlar. El problema es que, a veces, surgía algún pique. La consecuencia fue que, hace año y medio, de golpe y porrazo, hubo un pique extremo y el café se dividió en tres grupos. Y así quienes se picaban acabaron separados, evitando las charlas donde sus puntos de vista y formas de hablar, incompatibles, acababan enfrentadas.

Por lo que sea, no voy a enrollarme con lo innecesario, hoy ha habido una nueva reunión de esos pareceres, y ha vuelto a surgir el temita crítico. Y no ha habido pique pues... No sé por qué, la verdad. Supongo que porque algunos han cambiado su forma de tratar los temas. Pero la tensión se percibía.

La cuestión es la siguiente: Todos tenemos lo que se llama una "zona de confort". Salir de ella es complicado. Las barreras que la delimitan pueden ser reales o imaginarias. Normalmente, de hecho, son una interpretación de la realidad. El asunto es que, en la oficina, hay dos polos opuestos en cuanto a la visión de esas barreras y su naturaleza.

Por un lado, hay quien considera que esas barreras son puramente externas, impuestas, y que tu "zona de confort" no es eso, sino una "zona de supervivencia". Lo que hay más allá es el desastre. No eres tú o tu opinión. No es ni siquiera tu carácter. Es que es la realidad, y la sociedad y el montaje de esta maquinaria económica que nos rodea nos encierra en esa "zona de supervivencia" por narices. Y, cuando tu situación es la que es, la que la mayoría de la gente tiene, simplemente es imposible salir sin poner en serio riesgo la seguridad de tu hogar y la gente que depende de ti. Hacerlo no es que sea arriesgado: es una irresponsabilidad.

Por otro lado, están quienes piensan que son barreras más subjetivas que objetivas y que salir de la zona de confort es posible. Piensan que la gente que tiene iniciativa y ganas, sale y puede tener éxito, y que cambiar tu vida está en tus manos. El dinero y el sistema que éste genera no te obliga a nada, y si quieres largarte al campo, puedes perfectamente: es tu decisión.

El problema que suelen tener estas conversaciones es que la gente pone ejemplos extremos y al final parece que todo gira en torno a ellos, cuando, curiosamente, todo el mundo sabe que son eso: ejemplos extremos estúpidos. Al final, o alguien impone cordura o todo se va al garete.

Mi conclusión es que me encanta el ser humano. Adoro ver tal diversidad de pareceres y opiniones. Es esa diferencia de formas de pensar la que genera conversaciones y nos hace replantearnos cosas. Es la que nos incita a cuestionarnos nuestras opiniones y a generar ideas nuevas. Es esa diversidad la que impulsa la cultura a pequeña escala.

Por otro lado, me da pena ver posturas tan sólidas, ancladas en la falta de libertad. Cuando una persona no se siente libre, sufre. El ser humano es una fuente inagotable de deseos por cumplir y de búsquedas que, si no goza de libertad, generan frustración y desesperanza. Por eso, ver posturas, cualesquiera que sea y versen sobre lo que versen, del tipo "debo aceptar que el entorno me obliga a esto, que no me agrada", se me hace difícil.

Creo que nunca es tarde. O casi nunca. Es cierto que la situación de la gente está en muchos casos determinada por su situación financiera, pero creo que los que la tienen tan desesperada que no tienen más remedio que seguir con la vida igual son una pequeña minoría. Hacer una lista asumible de lo que uno desea lograr y generar una estrategia a, pongamos, 10 años, es algo que todos podemos hacer. Una vez hecho, sólo resta ver de dónde podemos arañar esas horas de trabajo necesarias para llevar a cabo nuestros sueños. No creo que haya muchos casos de personas que no puedan hacer esto, que no tengan cuatro o cinco horas semanales para estudiar algo, desarrollar un proyecto o lo que sea necesario para conseguir lo que quiere. Y sí: implica trabajo y esfuerzo. Y no es fácil, tanto menos cuanto mayor eres y más responsabilidades te has echado a tus espaldas. Pero se puede.

El problema de esta postura no es tanto que se crea que no es posible, como que se esté convencido de que ésa es la realidad y que los problemas están fuera de tu control. Esto último implica que intentarlo no merece la pena y eso, me temo, es lo que realmente te da la razón: nunca lo harás.

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