jueves, 18 de febrero de 2016

Somos subjetivos, a ver si nos enteramos

Hoy he leído un tweet que me ha hecho cierta gracia:

Creo que uno de los problemas que tiene el ser humano es que no se conoce. No solemos tener interés en saber cómo funciona nuestro cerebro y en aceptarlo. Nuestro cerebro es en gran medida subjetivo. Incluso cuando llevamos a cabo acciones que deberían ser muy objetivas, como escribir artículos científicos o experimentar conforme al método científico, somos subjetivos. La parte inconsciente de nuestro cerebro tiene poder. Mucho.

Cuando procesamos información compleja, como un simple "¿me gusta esto?", le pasamos esa información al subconsciente, y luego dotamos a su respuesta de veracidad inventando argumentos. Es increíble y, cuando aprendí ese tipo de cosas, me pareció terrorífico la impresionante falta de control que tenemos sobre nuestras opiniones. De lo que hablamos es que, cuando alguien nos enseña un cuadro y nos pregunta si nos gusta, en muchas ocasiones lo que hace nuestro cerebro es procesar la torta de variables sin que seamos conscientes de ello y soltar un "sí" o "no". Pero como a nuestro cerebro le sienta mal eso de opinar sin ser coherente y tener motivos, envuelve ese "sí" o "no" de una razón totalmente sacada de la manga. Entonces es cuando se viven diálogos como:

- "¿Te gusta ese cuadro?"
- "Es que a mí los impresionistas no me gustan".
- "Si no es impresionista: es romántico".
- "Ah, sí, claro. Es por el color. Es muy oscuro".
- "No sé, yo lo veo bien. Igual en esa esquina es un poco oscura, pero vamos, tiene equilibrio de color".
- "Ya sí, bueno... No me gusta".

Dan igual los motivos. Nuestra parte consciente ni los tiene ni los necesita. En la prehistoria, cuando ni hablábamos, no necesitábamos saber el porqué de las cosas ni dar razones a nuestros compañeros de tribu sobre por qué nos gustaban las cerezas y no el pescado, así que nuestro subconsciente ni ha sido creado para ello ni ganas que tiene de dar motivos a nadie para opinar lo que le dé la gana.

El ser humano opina. Y hace bien. Pero apenas controla lo que opina. Lo que sí hace es controlar sus argumentos, por mucho que no tengan sentido ni sean mínimamente sólidos. Cuando entramos en discusiones, a todos nos gusta tener razón, y quien diga lo contrario es que o miente o no es consciente. El cerebro busca respuestas y quiere sentir que llega a conclusiones correctas. A todos nos gusta tener razón. Luego, unos lo mostrarán de una manera y otros de otra.

Y, cuando argumentamos, si bien es cierto que hay formas de evitar soltar estupideces, la realidad es que es muy fácil que tu cerebro te la juegue y suelte lo primero que le venga en gana y parezca aceptablemente racional. Y lo hace porque al cerebro, como a nosotros (que, al final, somos lo mismo), nos mola sentirnos racionales. Queremos sentirnos racionales.

Así que es común escuchar a gente cosas como "los argumentos de los demás son subjetivos", "cómo le gusta a la gente tener razón", "yo intento ser objetivo" o "las cosas son así". Lo divertido es que todos los argumentos son subjetivos, salvo si han pasado un complejo y largo proceso de análisis (como pasa en la ciencia), cosa que no da tiempo a hacer en mitad de una discusión. Además, a todos nos gusta tener razón, si bien es cierto que no todo el mundo lo necesita en igual medida o está dispuesto a lo mismo para tenerla. Todos queremos sentir que somos 100% objetivos aunque no lo seamos, y las cosas, salvo que haya pruebas irrefutables, concluyentes y comprobadas, casi nunca son exactamente como creemos.

Pero eso les pasa a los demás. A mí, evidentemente, no (guiño guiño).

lunes, 15 de febrero de 2016

Enseñar la Guerra Civil

Hablando con una compañera de mi mujer, tutora de 5º de Primaria (de mi hijo mayor, por cierto) y profesora también de 6º, sobre Historia, me ha propuesto ir a dar un tema concreto en 6º: La Guerra Civil. Tócate las narices: no pudo escoger otro.

Por si alguien se lo pregunta, la razón por la que se me pide es porque me gusta la Historia y porque la estudié en la carrera de humanidades, donde solía sacar matrícula, sin que esto signifique gran cosa, la verdad. Historia es la única disciplina que suelo escribir con mayúscula, porque merece un respeto especial. Me gusta y suelo leer sobre biología, matemáticas, lengua y otras disciplinas, todas apasionantes, pero Historia es especial: es la base fundamental del conocimiento, porque nos da clara visión sobre por qué las demás son importantes. Todas. Quien estudia de manera intensiva otras disciplinas, muchas veces llega a razones por las que sus conocimientos son importantes. Quien estudia bien Historia (nótese el "bien") llega a conclusiones sobre por qué son importantes también las demás. Es una opinión.

El problema de enseñar la Guerra Civil es doble: Primero, que es complicado ser neutral en el tema. No ya por la ideología que uno trae consigo, sino por la que pueden tener los oyentes. Es fácil pensar que uno es neutral y no se deja llevar por unas idea u otras. Mentira. Nosotros siempre nos vemos en la verdad y, al final, es nuestra verdad, teñida de ideas adquiridas a lo largo de los años. Pero, en el caso de 6º, tiene un problema añadido, y es que, según me cuentan, lo anterior que han visto fue la Guerra de la Independencia. Vamos, que se han dejado por el camino todo el caldo de cultivo de la Guerra Civil. A ver ahora cómo les explicas los motivos del conflicto, que es, para mí, la mayor lección de esa guerra: fuimos incapaces de entendernos y estar en paz durante casi 150 años. Si entienden eso bien, habrá servido para algo. Si todo se queda en batallas y bandos, no servirá para nada.

Así que coge tú y explícales a unos chavales de 6º, con sus 11 ó 12 años, el porqué de la peor guerra que ha tenido España que, para colmo, ocurrió hace menos de un siglo. Todo lo que ocurre hace menos de un siglo es susceptible de ser manipulado emocional y argumentalmente, porque es demasiado reciente: tus abuelos lo vivieron y va en las emociones de toda tu familia.

Estoy jodido.

Tras pensarlo mucho, me parece que lo más importante de la Guerra Civil, para estos chavales, no está en el conflicto, sino en los 150 años anteriores. La Guerra Civil fue la explosión de una olla a presión que fue calentándose lentamente desde la Guerra de la Independencia y acabó estallando por no tener pesa ni válvula de seguridad. Si entienden esto, aunque no sepan ni de qué fue la Batalla del Ebro, me daré por satisfecho. Ahora, claro, tengo 50 minutos para contarlo y, peor aún, hacerme entender.

Desde que me lo propuso, he mantenido un equilibrio mental entre la emoción y ganas de la oportunidad que se me brinda de enseñar algo que, seguramente, les van a dar mal y, por otro lado, el temor de hacerlo peor. Ya veremos.

Actualización

Estoy pensando que menuda basura de método de enseñanza si pasa de puntillas por todo el siglo XIX y mitad del XX. Entiendo que es una época compleja, pero es la base de tantas y tantas cosas en nuestro país... En ese siglo se generaron tantos grupúsculos menores y no tan menores dan lugar al mosaico ideológico actual y de la Guerra Civil...

Yo quería ir a dar la clase sobre Napoleón. En fin.

viernes, 12 de febrero de 2016

La asistente de farmacia

El otro día pasé por la farmacia que hay cerca de casa. Es una farmacia moderna y grande, con bastante personal. La gente es amable y muy simpática y nunca he tenido queja alguna de ellos.

Sin embargo, hubo una frase de una de las asistentes que me atendió en esta última ocasión que me dejó algo perplejo. Mencionó un medicamento, recomendándolo para mi hija de 10 meses, argumentando que "es homeopático, así que se lo puedes dar a tu niña".

...

He buscado alguna imagen que describa mi asombro del momento, pero ninguna es suficientemente descriptiva. Me quedé realmente... Alucinado.

...

Ya escribí un post sobre los mitos de la medicina natural y la homeopatía. En ningún punto del post dije nada en contra de ninguna de las dos. No: no se trata de eso. Da igual si estás a favor o en contra de la homeopatía o de la medicina natural. Hay ciertas cosas que uno debe saber por cuestión de cultura general.

Una cosa que hay que saber es que no hay NADA en el mundo que, tomado en exceso, no sea contraproducente. Ni siquiera el agua. La gente cree que si tomas agua a lo bestia, por mucho que tomes es inocuo. MENTIRA. TODO es dañino en suficiente cantidad. Y los medicamentos, sean homeopáticos, naturales, de laboratorio, alopáticos o churripáticos, más aún, porque son medicamentos. Y da igual si crees que la botella que tienes delante es efectiva contra una dolencia o enfermedad o piensas que es ineficaz: es un producto que debe tomarse con precaución.

Lo segundo que hay que saber es que, por la misma razón, el uso de esas sustancias debe ser aún más prudente en bebés. No hay ninguna sustancia que, siendo vendida en una farmacia, por ser de tal naturaleza se pueda dar a un niño. Se le podrá dar si está prescrito por algún facultativo o el propio medicamento así lo establece.

Pero el colmo de esto es que me suelte algo así una persona que está atendiendo en una farmacia. Eso es de coña, y no entiendo cómo el colegio de farmacéuticos consiente tales cosas. Para mí, abriendo la mano al negocio por el negocio, el colegio de farmacéuticos no está sino desacreditándose y perdiendo el papel que, se supone, tiene: garantizar la calidad en la atención farmacéutica y la seguridad en la toma de medicamentos. Señores: si esto es lo que van a darnos desde ahora, viva la liberalización del mercado farmacéutico.

Y ahora ciertos apuntes, para los que recomiendo leer el anterior post sobre el tema...

Insisto: La homeopatía, efectiva o no, NO es medicina natural.

Colikind, por ejemplo, contiene nitrato de plata (que no es "natural"). Expecto DHU contiene pentasulfuro de amonio (que tampoco lo es). Lo que pasa es que los medicamentos homeopáticos, por alguna razón, siempre ponen los nombres de sus productos en latín, lo que hace que mucha gente los confunda con plantas (que estamos acostumbrados a ver nombradas en esa lengua). El nitrato de plata consta como "argentum nitricum" y el citado pentasulfuro como "antimonium sulfuratum aurantiacum". Creo firmemente que debería obligarse a una notación general, clara, para cualquier tipo de medicamento, ya sea natural, homeopático o del tipo que sea.

Y, como cualquier otra medicina, sus medicamentos deben tomarse con precaución

No sé si saben lo que es un excipiente. Por decirlo brevemente, es la sustancia en la que se disuelve el principio activo dentro del medicamento. O sea, que cualquier medicamento tiene un principio activo (o varios) y un excipiente. El excipiente no cura: simplemente sirve de relleno o mejora el sabor o apariencia del medicamento. Hay muchos excipientes. En homeopatía verán que muchos tienen el xilitol. Se trata de un polialcohol, un alcohol obtenido de un azúcar (en este caso la xilosa, que se obtiene a su vez de la madera de abedul). Se usa como sustituto del azúcar. Huelga decir que no es natural (que se obtenga del abedul no lo hace natural: luego tiene un largo proceso industrial hasta obtener xilita).

Desde 2010, que yo sepa, hay casos de intoxicación por xilita. Este compuesto no sólo es un gran laxante, sino que, administrado sin moderación a niños, puede generar una repentina pérdida de peso por gran diarrea, poniendo en peligro su vida. Digo de nuevo: si es un medicamento, hay que usarlo con precaución.

Así pues, en serio: no acepten cosas como esas. Si son farmacéuticos, tengan cuidado con lo que dicen. Y si tienen un poco de humanidad, por favor luchen contra estas ideas equivocadas. Es una cuestión de salud.

martes, 9 de febrero de 2016

La lucha por la igualdad

Hoy he leído un post sobre los padres que mencionamos a nuestras hijas cuando hablamos de sexismo. Yo suelo hacerlo en mis posts. Me ha tocado las narices. Para los que entendáis inglés, recomiendo su lectura.

Yo entiendo que quienes mencionan a sus hijas para decir que son el motivo por el que se han vuelto luchadores pro-igualdad, están en el fondo diciendo que antes no lo eran. Vale, bien. ¿Y qué? Para empezar, eso no significa que antes fuesen machistas: sólo que no eran activamente feministas. Y, aún así, ¿y qué si lo eran? ¿Acaso su cambio no es motivo de alegría?

El problema de las luchas por la igualdad, los derechos sociales o contra la injusticia es que a veces acaban siendo una lucha por ver quién es más guay en esto de los derechos. "No mira, es que tú estás de acuerdo con la igualdad, pero yo soy súper-pro y molo más porque doy lecciones a los demás sobre cómo tienen que hacer las cosas". Pero bueno, ¿de qué va la gente?

En mi comentario al post menciono que echo de menos algún artículo o comentario en que una mujer diga algo así como "qué bien: mi compañero, que era un machista de aúpa, ha venido a decirme que ha cambiado de opinión". En serio: ¿no es digno de celebración ganar pequeñas batallas como ésa? ¡No! Porque ha cambiado de opinión debido a que ha tenido una hija: entonces pasa de ser un machista a secas a un padre machista proteccionista. Tócate las narices.

Porque esa es otra: Es cierto que existe la visión de que los padres somos más proteccionistas con las niñas que con los niños. Ignoro si es verdad, porque de momento no percibo tal sentimiento en mí. De hecho, actualmente me siento más luchador por los derechos de mi hijo mayor como gamer que de mi hija. La semana pasada escribí a tres concejales del ayuntamiento de mi pueblo sobre el tema. No me han hecho ni puñetero caso, pero eso es otra historia. La cuestión es que, creo yo, cualquier progenitor, padre o madre, es y debe ser algo proteccionista con sus hijos, pero especialmente con aquellos que sufren o pueden sufrir injusticias sociales. Y, ¡sorpresa! Las niñas sufren más desigualdad que los niños: ¡de eso va todo esto!

La lucha por la igualdad es eso: luchar porque la gente piense que somos iguales y actúe en consecuencia y, así, la sociedad y el sistema acaben siendo igualitarios. Cada "conversión" es una victoria. ¿Por qué hay que machacar a la gente cuestionando sus porqués? Y léase bien: es luchar por lo que la gente piensa, no porque se vuelvan activistas. Si se vuelven activistas, genial, pero no es de lo que se trata. Si un padre tiene una hija y la menciona, igual era un machista o igual no. Igual, simplemente no era activista y ahora lo es. ¿Es un crimen? ¿Es que todo el mundo debe ser un activista social en pos de tus causas? ¿O sólo del feminismo? ¿O de todo... y de nada?

Y es normal, y tenemos que entender que la gente se hace activista porque el asunto le toca personalmente, ya sea porque lo sufre en sus propias carnes, porque lo sufre alguien cercano o porque, simplemente, le ha tocado la fibra. Todos. Quien diga que no, es que no es consciente. La gente lucha por lo que tiene cerca o lo que le ha llamado la atención. No hay muchos feministas que sean activistas por los derechos de los niños con síndrome de Tourette. ¿Por qué? Porque no tienen un caso próximo, seguramente. ¿Es reprochable? No, claro que no. De hecho, hay muchos famosos que sufren una enfermedad y de pronto se vuelven activistas en favor de la causa, como Michael J. Fox con el Parkinson. ¿Creen que algún enfermo de Parkinson le ha reprochado que no se preocupó por la enfermedad hasta que la sufrió? ¡¿En serio?! Y, si dice que es lo que sucedió, que no se preocupó o no fue consciente hasta que la tuvo, ¿alguien escribirá un post sobre "por qué los enfermos de Parkinson no deberían decir que no eran activistas hasta que sufrieron Parkinson"?

Venga, hombre: es absurdo. Cada persona que no trate a las mujeres como si fuesen inferiores o tontas; cada gamer que felicita sabiendo que es una mujer por cómo juega, y no porque [léase con voz idiota] "caray, no sabía que una tía pudiese jugar así"; cada vez que un programador trata a su compañera como una igual, en todos esos casos se produce un pequeño cambio en el mundo. Para bien.

Da igual qué motivos les lleve a ser así: están de nuestro lado. ¿Es necesario machacarles a lecciones?

miércoles, 3 de febrero de 2016

Retomando el blog

Buf, vaya mes. Llevo todo enero sin escribir, prácticamente. Sólo un post. Tela. Ahora me apetece escribir algo, aunque no porque tenga algo que decir en concreto, que sería lo suyo, sino porque me apetece escribir. Me apetece alimentar el blog. Ignoro si eso es bueno o malo, pero es lo que hay.

En mi trabajo hay gente variopinta. Como en todos. Hace un par de años era común que todos nos plantásemos a primera hora en la cocina para tomar un café y charlar. El problema es que, a veces, surgía algún pique. La consecuencia fue que, hace año y medio, de golpe y porrazo, hubo un pique extremo y el café se dividió en tres grupos. Y así quienes se picaban acabaron separados, evitando las charlas donde sus puntos de vista y formas de hablar, incompatibles, acababan enfrentadas.

Por lo que sea, no voy a enrollarme con lo innecesario, hoy ha habido una nueva reunión de esos pareceres, y ha vuelto a surgir el temita crítico. Y no ha habido pique pues... No sé por qué, la verdad. Supongo que porque algunos han cambiado su forma de tratar los temas. Pero la tensión se percibía.

La cuestión es la siguiente: Todos tenemos lo que se llama una "zona de confort". Salir de ella es complicado. Las barreras que la delimitan pueden ser reales o imaginarias. Normalmente, de hecho, son una interpretación de la realidad. El asunto es que, en la oficina, hay dos polos opuestos en cuanto a la visión de esas barreras y su naturaleza.

Por un lado, hay quien considera que esas barreras son puramente externas, impuestas, y que tu "zona de confort" no es eso, sino una "zona de supervivencia". Lo que hay más allá es el desastre. No eres tú o tu opinión. No es ni siquiera tu carácter. Es que es la realidad, y la sociedad y el montaje de esta maquinaria económica que nos rodea nos encierra en esa "zona de supervivencia" por narices. Y, cuando tu situación es la que es, la que la mayoría de la gente tiene, simplemente es imposible salir sin poner en serio riesgo la seguridad de tu hogar y la gente que depende de ti. Hacerlo no es que sea arriesgado: es una irresponsabilidad.

Por otro lado, están quienes piensan que son barreras más subjetivas que objetivas y que salir de la zona de confort es posible. Piensan que la gente que tiene iniciativa y ganas, sale y puede tener éxito, y que cambiar tu vida está en tus manos. El dinero y el sistema que éste genera no te obliga a nada, y si quieres largarte al campo, puedes perfectamente: es tu decisión.

El problema que suelen tener estas conversaciones es que la gente pone ejemplos extremos y al final parece que todo gira en torno a ellos, cuando, curiosamente, todo el mundo sabe que son eso: ejemplos extremos estúpidos. Al final, o alguien impone cordura o todo se va al garete.

Mi conclusión es que me encanta el ser humano. Adoro ver tal diversidad de pareceres y opiniones. Es esa diferencia de formas de pensar la que genera conversaciones y nos hace replantearnos cosas. Es la que nos incita a cuestionarnos nuestras opiniones y a generar ideas nuevas. Es esa diversidad la que impulsa la cultura a pequeña escala.

Por otro lado, me da pena ver posturas tan sólidas, ancladas en la falta de libertad. Cuando una persona no se siente libre, sufre. El ser humano es una fuente inagotable de deseos por cumplir y de búsquedas que, si no goza de libertad, generan frustración y desesperanza. Por eso, ver posturas, cualesquiera que sea y versen sobre lo que versen, del tipo "debo aceptar que el entorno me obliga a esto, que no me agrada", se me hace difícil.

Creo que nunca es tarde. O casi nunca. Es cierto que la situación de la gente está en muchos casos determinada por su situación financiera, pero creo que los que la tienen tan desesperada que no tienen más remedio que seguir con la vida igual son una pequeña minoría. Hacer una lista asumible de lo que uno desea lograr y generar una estrategia a, pongamos, 10 años, es algo que todos podemos hacer. Una vez hecho, sólo resta ver de dónde podemos arañar esas horas de trabajo necesarias para llevar a cabo nuestros sueños. No creo que haya muchos casos de personas que no puedan hacer esto, que no tengan cuatro o cinco horas semanales para estudiar algo, desarrollar un proyecto o lo que sea necesario para conseguir lo que quiere. Y sí: implica trabajo y esfuerzo. Y no es fácil, tanto menos cuanto mayor eres y más responsabilidades te has echado a tus espaldas. Pero se puede.

El problema de esta postura no es tanto que se crea que no es posible, como que se esté convencido de que ésa es la realidad y que los problemas están fuera de tu control. Esto último implica que intentarlo no merece la pena y eso, me temo, es lo que realmente te da la razón: nunca lo harás.