viernes, 13 de junio de 2014

Un pensamiento sobre la madurez

Ayer tuve tutoría con la profesora de mi hijo mayor. En cierto momento me comentó que el niño es un poco inmaduro, y añadió que lo agradece porque "aún tiene esa curiosidad por todo típica de la inmadurez". Por lo que me comentó, según los chavales maduran pierden esa curiosidad y se vuelven más pasotas en el colegio. Y lo atribuye a la madurez. La madurez, para ella, implica pérdida de curiosidad. Me pareció triste. Y así va nuestro sistema educativo. No creo que hagan falta más comentarios, pero por si acaso diré que no estoy de acuerdo y que la pasividad la consigue el colegio, no la madurez.

Me acordé al salir de la tutoría de cierta sensación que tengo a veces con algunos vecinos. Yo trabajo en software. Visto camisetas (ahora mismo llevo una de la Casa Greyjoy) y vaqueros viejos, me encantan los videojuegos y los juegos de tablero y rol. Tengo curiosidad por todo y recorro la Wikipedia en busca de información sobre los más diversos temas. Igual estoy mirando recetas de cocina que leyendo artículos sobre genética, química, astronomía, lingüística, arquitectura, ingeniería... Todo me gusta. Ellos, sin embargo, suelen vestir trajes caros, trabajan en multinacionales dedicadas al derecho, la ingeniería, farmacéuticas, bancos, aseguradoras o grandes consultoras. Ninguno juega a nada, que yo sepa. Llegan tarde de trabajar y se excusan cuando comentan que sus hijos le dan alguna vez a la consola. Y sí: siento cuando hablo con ellos que algunos me tratan como si yo fuese más inmaduro. Tal vez un bala perdida, un fracasado...

Son gente madura, supongo.

Así que hijo, si eso es la madurez, tu padre es un inmaduro y está orgulloso de ello.

No madures nunca.

1 comentario:

  1. No es muy prometedor el panorama que pinta esa señora que se dice docente. La gente como ella hace parecer a la educación una mera generadora de mano de obra "calificada".

    ResponderEliminar