jueves, 5 de junio de 2014

Democracia

Vaya por delante, para dejarlo claro y que no se me atribuyan ideologías que no son, que yo soy republicano. Ni de izquierdas ni de derechas, pero sí republicano. No es que el Rey me caiga mal, ni el resto de la Familia Real. Soy republicano porque no sé por qué un señor tiene más derecho que yo a ocupar un puesto cualquiera, por muy hijo de su padre que sea. Ni hay más argumentos ni falta que hacen. Me da igual que tener Rey sea más caro o barato que un Presidente de la República. Me da igual si la formación que reciben es mejor o peor. Todo eso me da igual ante el hecho fundamental de que se trata de una situación de clara desigualdad amparada por la ley.

Pero, por encima de republicano, soy demócrata. Eso significa que acepto que en las Cortes hay unos señores que hemos elegido entre todos. Si hay más con ideas que me gustan, me alegro. Si no, pues no me alegraré tanto, pero lo acepto. Lo acepto porque soy demócrata, porque considero que tengo tanto derecho a opinar como quienes opinan de forma diferente a mí, y porque creo firmemente que esa gente que vota otra cosa es tan lista como yo, tan maja como yo y tan importante como yo. Tiene mis mismos derechos y merece que su opinión se tenga en cuenta igual que la mía.

Existe un procedimiento para establecer la sucesión de la jefatura del estado. Ese procedimiento pasa porque los españoles elijamos si nos gusta el nuevo monarca o no, si bien no directamente, sí a través de nuestros representantes. Y, si ese procedimiento existe, me pregunto, ¿a qué viene ahora manifestarse para pedir un referéndum? La pasión española por las manifestaciones, que solo compite en afición con el fútbol, ya raya el folclore. Nos manifestamos por todo. Pero lo que me parece espeluznante es manifestarnos pidiendo democracia cuando lo que hacemos es no aceptar el resultado de la misma.

Asumamoslo: los monárquicos ganan. De un 70% de popularidad en años previos a la crisis, nuestro monarca ha pasado a algo más de un 50% en su peor momento. Eso, con el Rey: Felipe tiene bastante mejor imagen hoy día. Así pues, pedir un referéndum que me parece claro que vamos a perder es una tontería, pero más lo es si hay mecanismos constitucionales para cambiar las cosas y no tiramos de ellos... porque no podemos. Porque el republicanismo es aún minoritario. Porque las elecciones, tanto que se cacarea del fin del bipartidismo, las ganó el PP, que junto al PSOE apoya al Rey en este aspecto. En las últimas elecciones, en las que peor parados han salido, suman casi el 50% de los votos. Me guste o no a mí, les guste o no a los manifestantes, casi la mitad de los votantes ha elegido esos representantes. Si no gusta a los votantes del resto de partidos, me parece fenomenal y lógico, pero de ahí a creerse de pronto adalides de la democracia exigiendo un referéndum solo porque quienes ganan tienen ideas diferentes, no amigos: eso no. Eso es de todo menos democrático. ¿Se manifestarían exigiendo una consulta si estuviésemos en un sistema republicano y llegase el momento de elegir presidente? ¿Querrían preguntar si se quiere cambiar el sistema por una monaraquía?

En democracia, las derrotas se asumen, las decisiones que se toman contrarias a nuestra opinión se asumen. Se asumen o se lucha por ellas con los mecanismos correspondientes, pero siempre teniendo en cuenta y respetando la opinión de la mayoría. La mayoría, nos guste o nos pese, ha hablado. O hablará en breve en una votación de ratificación del nuevo Rey. Eso es democracia. Manifestarse cada vez que algo no nos gusta empieza a ser una mala costumbre.

Harina de otro costal es si realmente quienes se sientan en las Cortes me representan como es debido. Creo que es evidente que se hace necesaria una reforma de las reglas que rigen la elección de nuestros representantes: la ley electoral. Pero resulta que en las últimas generales, en 2011, ¡más de un 70% de los votos válidos fueron al PP y el PSOE, que no llevan en su programa ninguna reforma de esa ley! ¿De qué nos quejamos? Esa necesidad de cambio de la ley es mi opinión. Creo que es la mayor prioridad ahora mismo en España, porque de ella depende la elección de prácticamente todos aquellos que trabajan en decisiones que afectan a nuestro futuro y el de nuestros hijos. Evidentemente, las prioridades de un 70% de los españoles fueron otras diferentes a las mías a la hora de votar. Ese 70% de votantes no es gente estúpida que no tiene dos dedos de frente: es gente como yo. Y a la aceptación de su elección, por mucho que pueda pesarme, se le llama respeto. Y eso es democracia.

El acto de votar es un mecanismo democrático, no la democracia en sí. La democracia es mucho más. Un país no es más democrático por votar absolutamente por todo. Un país que vota por todo es, simplemente, ineficaz, no más democrático. Quien pide un referéndum o unas elecciones anticipadas o cualquier organización de un sufragio no es más demócrata por ello que quien acepta las reglas, igualmente democráticas, que rigen el sistema representativo, que para colmo es mucho más eficaz.

La democracia es aceptar que otros piensan diferente, tienen prioridades diferentes y votan diferente. Es aceptar que si la mayoría piensa de otra manera se hace lo que ellos dicen, siempre que con ello no violen mis derechos fundamentales. Y si creo que se violan, hay mecanismos para quejarme. La democracia es el uso de esos mecanismos del sistema que nuestros padres (Rey a la cabeza) diseñaron en un momento crítico de nuestra historia, para hacer lo que queremos. Pero cuidado: hacer lo que todos queremos no es hacer lo que quieres tú y lo que quiero yo, porque tú y yo podemos estar en desacuerdo: es hacer lo que quiere la mayoría. Si no eres parte de la mayoría, ya lo serás, o no, pero tío: sé demócrata. Si no te gusta, lucha por convencer, por salir elegido o por que se elija lo que quieres. Pero ni el repartidor de pan tiene que llegar tarde porque a ti no te gusta lo que piensan los demás, ni tengo que gastarme mis impuestos en pagar un despliegue policial porque quieres invadir la calle para protestar por un resultado democrático al grito de "exijo democracia", que manda narices. Democracia es lo que tenemos. Hemos perdido. Asúmelo.

Nuestros padres fueron demócratas porque priorizaron el acuerdo sobre sus diferencias. Aceptaron que otros tuviesen cabida fuesen del color que fuesen por encima de vencer o quedar mejor en las elecciones. Nuestros padres ganaron o perdieron elecciones por primera vez, porque nunca antes habían votado, y supieron callar y aceptar. Y así nació la democracia en este país: con el acuerdo por encima de la diferencia. Nadie se manifestó por perder. Hoy cacareamos clamando democracia y está claro que no sabemos qué es eso ni qué valores implica. Y tendría guasa que lo que tanto ha costado conseguir muera lentamente al grito de "democracia".

1 comentario:

  1. En Uruguay se ve la misma clase de hipocresía, pero de parte de los mismos gobernantes. En 2009 se hizo un referendum para votar la derogación de una ley de la última dictadura y ganó el no. Como no le sirve al gobierno, compuesto básicamente por gente que estuvo presa, prófuga o proscrita en ese entonces, el actual Presidente Tabaré Vázquez dijo que las mayorías no siempre deben ser escuchadas. No es que hayan derogado la ley a prepo, pero cada tanto vuelven a joder con lo mismo, como recriminándole a la gente su voto.

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