lunes, 5 de junio de 2017

Puñeteros Genios: Walt Disney

Walt Disney es una de esas personalidades que ha sido castigada con el paso del tiempo. Si bien entiendo los motivos: según algunos, era antisemita, aunque no hay muchas pruebas de ello. Y, desde luego, era un malhumorado jefe que proporcionaba muy escaso reconocimiento a sus empleados. Sin embargo, nunca he sido partidario de vilipendiar de manera póstuma figuras conocidas por haber dado al mundo cosas buenas. Nadie es perfecto, y prefiero centrarme en lo bueno que nos ha dado.

Disney comenzó como dibujante y animador. Cuando al fin logró vender su obra "Alice's Wonderland", que mezclaba imagen real y dibujos animados (una innovación en aquel momento), creó un estudio con su hermano Roy. Ya tuvo otro antes, que quebró porque esa obra, "Alice's Wonderland", tardó demasiado en terminarse. Y así, vendiendo la obra póstuma de su primer estudio, Disney fundó el segundo y definitivo, que llegaría a ser la Walt Disney Company.

Como cualquier genio de los que versa esta serie de posts, Disney tenía una visión clara de lo que podría llegar a hacerse y orientó sus esfuerzos para hacerla realidad. Los personajes así suelen ser muy creativos y, aunque ellos no sean los artífices últimos de sus obras, las conciben e imaginan a la gente emocionada con ellas. Por eso, para estos genios, la imagen es esencial. Son gente que tiene el marketing en las venas, inconscientemente. Para crear productos innovadores de manera competitiva, tienen que innovar. Si bien Walt Disney nunca fue un maestro del dibujo ni la animación, se había dedicado a ello y conocía bien las bases de su negocio. Esto le permitió ayudar en la mejora de los procesos de producción con innovaciones que acabarían siendo estándares de su industria.

Al imaginar aquello que otros no conciben, la gente como Disney exige mucho a quienes le rodeaban. Tenía fama de exigente y malhumorado. Pedía mejoras hasta el último detalle y reconocía escasamente. Un comentario positivo de Walt Disney, siquiera un "puede funcionar", era un halago y constituía un gran mérito para quienes trabajaban a su cargo. Disney, como otros líderes visionarios y creativos, llevaba a la gente a su cargo a límites que ni sabían que podían alcanzar.

Disney creó el primer corto animado con sonido: el famoso "Steambot Willie", con el Ratón Mickey de protagonista. También creó el primer largometraje de animación: "Blancanieves y los Siete Enanitos", que mucha gente de la industria consideró una locura que le llevaría a la bancarrota. Como todos sabemos, la película triunfó y dio lugar a una nueva línea de negocio: los largometrajes de animación. Poco a poco, dejó esa línea de negocio en manos de nueve animadores expertos del estudio, conocidos como los Nine Old Men. Dos de ellos, Ollie Johnston y Frank Thomas son famosos por publicar el libro "The Illusion of Life", que es una auténtica joya de la animación.

Entre tanto, Walt Disney perseguía su siguiente sueño que, cómo no, era criticada y tenida por locura. Se trataba de un parque temático: Disneyland. No fue el primer parque temático de la historia, pero sí incluyó numerosas innovaciones que hoy tienen todos los parques de este tipo. Tras ese parque, concibió la creación de un prototipo de ciudad del futuro, EPCOT, pensada para que 20.000 personas pudiesen vivir y trabajar. Finalmente, esa visión quedó transformada, tras su muerte en 1966, en un nuevo parque temático, dentro de lo que hoy es DisneyWorld, en Orlando.

Tal como describí los personajes de esta serie, Walt Disney no sólo tuvo numerosos éxitos, sino que algunos de ellos fueron tan innovadores que la gente no confiaba en ellos. Los largometrajes de animación o la creación de un parque temático como Disneyland son cosas a las que estamos acostumbrados hoy día, pero entonces constituían una tremenda innovación. El nivel de rechazo inicial era tal, que para crear Disneyland, Walt Disney constituyó una empresa aparte y compró los terrenos alejados de los Estudios Disney: pensaba que sus inversores y directivos no creerían en un proyecto así.

Sea como fuere, Walt Disney cambió la forma de ver el entretenimiento y el ocio. Imaginó un futuro que otros no eran capaces de ver y lo hizo realidad. Por eso ocupa un puesto en esta lista de "puñeteros genios".

miércoles, 31 de mayo de 2017

Serie "Puñeteros genios"

Compensaré la ausencia de posts estos dos últimos meses con una serie de posts sobre gente a la que yo considero "genios". El término "genio" está muy extendido y, creo, la definición de lo que es un genio es diferente de una persona a otra. Así que voy a hablar de esas personas a las que yo considero genios de verdad. Desde luego, no hablo del término técnico, que es una persona que tiene una inteligencia por encima de la superdotación.

Mi definición de "genio" es doble. Por un lado, están los genios que muestran o mostraron una increíble capacidad, fuera de lo normal, en algún campo concreto. Ejemplo típico es Mozart. Pero esta serie no va de esos genios, sino de mi segunda definición de genio, que exige que una persona tenga dos características. Primero, que haya estado involucrado no en uno, sino en varios éxitos de innovación (uno puede ser fruto del azar). Segundo, que al menos uno de esos éxitos haya sido disruptivo, es decir, una innovación que no fuese predecible y difícilmente imaginable. Una de esas innovaciones que se ajusta a la famosa cita de Steve Jobs "la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo muestras".

Esos genios no tienen por qué ser innovadores muy positivos. Pueden ser gente criticada y vilipendiada de lo lindo, con o sin razón. Pero si cumplen lo que he dicho, para mí entran en la categoría y tendrán su sitio en la serie.

¿Qué genios recorreré en esta serie? Pues John Wanamaker, Steve Jobs, Walt Disney, Elon Munsk, Leonardo da Vinci, Sir Isaac Newton... Pretendo publicar un post cada primer lunes del mes. El primero, por tanto, el lunes que viene. Hablaré de Walt Disney.

martes, 16 de mayo de 2017

Más de un mes sin escribir

En 2014, el año en que inicié la andadura de Incasequible, falté dos meses a mi compromiso personal de escribir. Desde entonces, no ha habido mes, ni en 2015 ni en 2016, en que no haya escrito alguna entrada. Sin embargo, el mes pasado no escribí nada. Por primera vez en dos años y medio.

El motivo es que, como comenté en un post anterior, este año tengo un ultimátum a mi persona: debo desarrollar el proyecto, ponerme las pilas. Eso o buscar otra forma de terminar mi estancia en la empresa en que trabajo. No es mal trabajo: en absoluto. Pero tras once años en él estoy estancado profesionalmente.

¿Y cómo anda ese proyecto? Pues... Bueno... Con sus luces y sus sombras, pero bien. No voy a contar nada de momento, pero mis prioridades mandan y ahora ando dedicando todo el tiempo que puedo a mi proyecto. ¿En qué acabará? Ya os lo contaré.

Entre tanto, trataré de escribir pronto y seguir el ritmo, pese al trabajo.

viernes, 3 de marzo de 2017

¡Eventos por todas partes!

Soy un fan de la arquitectura de eventos. Permite modularidad, simplicidad de código, calidad y rapidez en el desarrollo. Cuando conocí IFTTT, un sistema de eventos para el hombre corriente, aluciné. Escribí algún post al respecto, e incluso una serie llamada "la vida 4.0". Hoy, no sé por qué, me apetece escribir sobre un sistema más orientado a empresas: Zapier. Es lo mismo que IFTTT, pero con más herramientas integradas.

Como a algunos lectores todo esto les sonará a chino, pondré un par de ejemplos de lo que un sistema de eventos puede hacer en la vida real.

Si un colegio pone el menú en Google Calendar (que, no es por nada, pero es lo suyo: ya va siendo hora de que adquieran esa costumbre), Calendar lanzará un evento cuando empiece cualquier actividad del calendario. Si, por ejemplo, hoy a las 13:00 está puesto que empeiza la comida y son macarrones, Calendar lanza un evento (una especie de aviso), diciendo que empieza la comida con tal menú. Zapier, que es un sistema de eventos, se entera de lo que dice Calendar y puede llevar a cabo acciones que le hemos dicho que ejecute. Por ejemplo: publicar el menú del día en Twitter. O mandarme una notificación al móvil. O lo que sea.

Los sistemas de eventos, por tanto, escuchan eventos lanzados por aplicaciones y, cuando llega uno, ejecutan acciones en otras aplicaciones.

Otro ejemplo: hay eventos que puede lanzar el móvil. Como entrar o salir de una zona concreta del mapa. Se puede hacer que, cada día, cuando se esté a 1 Km del trabajo de alguien a quien sueles recoger, se lance un evento. Ante ese evento se programa que se ejecute una acción en el móvil de la otra persona: un mensaje de LINE diciéndole que vaya bajando al portal.

Esos ejemplo son de uso personal, fundamentalmente, y se pueden realizar desde IFTTT. Zapier tiene menos sistemas personales, como eventos de fitness (Nike plus, Fitbit...) o de domótica. A cambio, tiene muchísimos más de tipo profesional, como plataformas de CRM, sistemas de correo, bases de datos, etc.

Así que, si tiene un equipo en su empresa que necesita comunicarse mejor, estar enterado de todo, gestionar mejor sus acciones, clientes y recursos... Zapier puede ser una opción estupenda para interconectar herramientas que hacen todo eso y mantener a todo el mundo alineado en la misma dirección. Lo más estupendo y maravilloso, sin duda, sería que la Administración genere eventos también. Podríamos estar enterados de muchas cosas de manera fácil y gestionar información sobre lo relativo a impuestos, comunicaciones con el Ayuntamiento, etc.

Como veis, surgen más y más herramientas que nos llevan al llamado mundo 4.0. Bienvenidas sean.

lunes, 27 de febrero de 2017

A vueltas con las mates

Me gusta la educación y suelo darle vueltas a cómo enseñaría esto o lo otro, especialmente en ciencias. No se trata ni de criticar la labor de tantos buenos profesores como hay en los colegios ni de hacerse el listo. Darle vueltas a las cosas, cuestionarse lo establecido y sacar conclusiones es una buena forma de revisar y mejorar lo que hay.

El otro día estuve viendo con mi hijo mayor, a quien gustan las matemáticas, un "mapa de las matemáticas" que se puede encontrar en Internet:

Estuvimos revisándolo y le comenté qué parte ha estudiado y cuál llegará a ver en el colegio. El gráfico está dividido en cuatro partes: orígenes (conteo y numeración), matemáticas puras, aplicadas y fundamentos. Y me resultó chocante que gran parte de lo que se ve en el colegio son matemáticas puras:

Me pregunto si se podría cambiar la forma de enseñar para que se enseñe más parte de matemática aplicada que puras. O, al menos, enseñar las puras desde la aplicada y no al revés. Y no: no voy a sacar conclusiones en este post.

Es cierto que parte de la matemática aplicada se ve en otras asignaturas. Por ejemplo, en física se ven matemáticas, y un poco también en química. Sin embargo, la computación, que es una parte que divierte fácilmente y puede ser un buen punto de partida para estudiar algunas áreas de matemáticas puras, no se explota casi en absoluto. E igual pasa con probabilidad y estadística. Tampoco se trata el tema de teoría de juegos o el control de estados en ingeniería. Son matemáticas aplicadas muy entretenidas que se pueden enseñar sin grandes fundamentos de puras, pero desde las que se puede acceder a ellas.

Este post es, en definitiva, un pensamiento. Estaría muy bien probar cosas de este tipo. Estaría bien.

lunes, 20 de febrero de 2017

Un mes sin escribir

¡Madre mía, un mes! Es mucho tiempo, sí señor. He estado hasta arriba de cosas.

No sé si lo comenté recientemente, pero mi objetivo de este año es definir y prepararme para una nueva etapa en mi vida. Llevo años recorriendo un camino en busca de mi propio negocio, pero tras esos años llega el momento de evaluar. No se trata de echar por la borda el esfuerzo realizado, sino de evaluar si el rumbo tomado es correcto. En otras palabras: me he dado un ultimátum a mí mismo. Para centrarme, han desaparecido de mi vida prácticamente todos los tiempo muertos dedicados al ocio. Si bien mantengo alguna aplicación "casual" en el móvil para esos cinco minutos en que espero a que hierva el agua para el arroz, todo mi tiempo intento centrarlo en la productividad. Y debo decir que me está cundiendo.

En verano, con lo que haya terminado (o no), iré preparándome para una aventura alternativa. Nunca cerraré la puerta de mi negocio, una ilusión por cumplir, pero estoy ya muy muy cansado del lugar en que trabajo y necesito cambiar de aires. Mi última alternativa es irme a otro trabajo por cuenta ajena, y ponerme a buscarlo será algo que posponga hasta final de año, cuando vea a qué me ha llevado este periodo de extraordinaria productividad.

Por eso escribo poco: estoy petadísimo. Pero contento. Satisfecho. Hoy mismo, además de este post, prepararé algunos más, que se irán publicando automáticamente.

En fin: es año de ultimátum. De resultados (y voy bien, lo prometo). Veamos a qué nos lleva.

jueves, 19 de enero de 2017

Disfrutar del camino

A mis hijos eso de leer no les motiva mucho. A mí, cuando era pequeño, tampoco me gustaba. Recuerdo a mi madre y mi hermana insistiéndome en que leyese un libro infantil titulado "El búho que tenía miedo a la oscuridad". Jamás lo hice. Luego, siendo mayor, he leído considerablemente más. Y he disfrutado y aún disfruto, qué duda cabe. No me voy a meter en la importancia del amor a la lectura, pero sí en la forma de inculcarlo.

En el colegio de mis hijos ponen nota por hacer "fichas de lectura". Cuando leen un libro, rellenan una ficha. Deben hacer mínimo tres cada trimestre. Además, insisten a los padres que los niños deben leer, por lo que implica de cara a sus habilidades lectoras. El caso es que esta mañana hemos hablado de algo relacionado en el trabajo: premiar por llegar al final del camino cuando la meta es el disfrute del camino.

Si premias a alguien por llegar a Santiago de Compostela, lo más probable es que coja un avión. Si quieres que camine y deseas fomentar que disfrute caminando, seguramente el premio está mal diseñado. No habría que premiar por llegar, sino por andar. Con la lectura pasa algo parecido. Si se premia por rellenar una ficha, al final lo que se logra es lo que suele hacer mi hijo mayor: lee rápido, se entera más o menos y se quita de encima una tarea de clase. Lo único que se hace es reafirmar su idea de que es un peñazo que hay que pasar. Un trámite incómodo. Me parece que sería mejor dedicar menos tiempo a enseñar gramática en primer ciclo de primaria y hacer un poco de debate entre los niños sobre lo que han leído y lo que les gusta. Que cada ávido lector, que siempre los hay en clase, transmita la ilusión a los demás. Que les haga preguntarse por qué ellos no tienen esas vivencias y les genere el deseo de zambullirse en ese mar de letras que es un libro.