viernes, 30 de enero de 2015

La vida 4.0

Recientemente leí un artículo sobre la industria 4.0, que gusta llamar a los alemanes. Los americanos llaman al concepto factoría inteligente (smart factory). La cosa trata de la aplicación de datos e Internet a los procesos de producción. Ahora ya se hace, pero ellos plantean llevarlo a su máximo exponente. El concepto industria 4.0 proviene de que esta sería la cuarta revolución industrial (a mí no me salen las cuentas, porque juraría que es una evolución de la tercera, pero en fin, ni soy experto ni alemán, así que no opinaré).

Esto enlaza con otro concepto que está muy de moda últimamente: el llamado internet de las cosas. Consiste, igualmente, en conectar todo, de manera que cualquier aparato de nuestra vida diaria sea susceptible de actuar según los datos que obtiene de otros objetos. La idea es interesante, porque nos permitiría dejar de lado tareas mínimas que llevamos a cabo todos los días en favor de tranquilidad, confort y ocio. Amén de que un ordenador puede hacer muchas cosas de manera más eficiente que nosotros como, por ejemplo, ajustar de forma dinámica la iluminación de la casa, que mi lavadora se ponga en marcha cuando termine el friegaplatos, comprobar la temperatura de casa desde mi móvil o que un cuadro digital de casa muestre la última foto de portada de National Geographic.

Pero, en general, la revolución no es el hecho de que mi lavadora pueda obedecer órdenes. La revolución real consiste en que los datos se pueden compartir entre distintas fuentes, centralizar, gestionar y convertir en órdenes para otros aparatos. Lo complicado no es que la lavadora se ponga en marcha, sino que lo haga cuando le llega un dato de una fuente distinta como el friegaplatos o mi móvil.

Así que, para subirnos al barco de la tecnología moderna, necesitamos dos cosas. Por un lado, aparatos compatibles con sistemas de este tipo, capaces de generar y compartir datos, así como de actuar según le digan esos datos. Por otro lado, necesitamos plataformas o servicios que nos permitan "enchufar" esos aparatos a otros y compartir información.

Eso, aplicado a casa, es el hogar inteligente. Aplicado a los procesos de fabricación son las fábricas inteligentes (o 4.0). Aplicado al transporte será, digo yo, transporte inteligente. Y todo controlado desde dispositivos móviles inteligentes, claro. Todo muy inteligente. Luego está todo enchufado a ordenadores que son más tontos que un cebollo, pero en fin... Entenderán que el uso y abuso del término inteligente me hace pensar que se reduce el valor de esa palabra y, con ello, de nuestra inteligencia (años luz por delante de la de los ordenadores aún) pero, nuevamente, no discutiré.

Los aparatos todavía son caros, he ahí un problema, aunque su precio decrece rápidamente. Por otro lado, está pendiente la implementación de sistemas de seguridad eficaces en ellos. Sobre los servicios, ya los hay. El mejor de todos, en mi opinión, es IFTTT. Desde luego, siempre está la opción de hacerse todo uno mismo, cosa perfectamente posible gracias a Arduino, Raspberri Pi, LittleBits y a los diferentes entornos de programación de que disponemos. Pero claro, en general hay que saber un mínimo de programación (ejem...).

¿Y qué se puede conseguir con todo esto? Pues, de momento, bastante, pero mucho menos que en un futuro cercano. Las cosas que llegarán de aquí a cinco cortos añitos son impresionantes. Por ello, iniciaré una serie de posts mostrando lo que podría ser la vida de una familia, unas vacaciones, una pyme o un ciudadano cualquiera en un mundo próximo, muy 4.0

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